Costumbres, tradición, gastronomía, trabajos rurales, vida vaqueira, saber popular


Estaferia ayerana.
Revista Cultural del Municipio de Aller.
nº 01, junio, 2007.
Edita: Asociación Cultural Estaferia.
Imprime Gráficas Apel.

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Ese gran libro abierto
del paisaje allerano

Artículo publicado
en Estaferia ayerana,
nº 01 (pp. 48-55),
junio, 2007,
por Xulio Concepción Suárez.

El paisaje actual allerano ofrece un interesante aspecto conservado del patrimonio asturiano de montaña hasta estos mismos días: la preocupación de los güelos y las güelas por que los nietos fueran aprendiendo, ya desde bien pequeños, los nombres del suelo y, especialmente, aquellos de las brañas, cordales altos y mayaos, que les harían falta para sobrevivir fuera de casa muchos meses al año. Incluso, para defenderse solos de cabaña en cabaña con el paso de los años.

Toda una didáctica del paisaje rural, sin duda antes bastante más imprescindible que ahora. Como hoy resultaría motivadora esa misma didáctica del paisaje para aprender dentro y fuera de las aulas, aunque sea con otros objetivos: en un paisaje rural, sobre todo, están todas las asignaturas de clase ensambladas (Botánica, Historia, Geología, Zoología, Economía, Arquitectura, Dibujo, Religiones, Mitos...).


(las cabanas del puertu, al filu de la raya)

La vida que comenzaba en los altos .

De paso por los senderos alleranos de los altos, sirve cualquier paraje para recordarlo. Por ejemplo, todo el conjunto bucólico del Puerto Vegará, por citar uno al azar. La misma palabra debieron componerla ya los primeros nativos de aquellas cumbres, en sus remotos asentamientos veraniegos a medias entre la vertiente leonesa y la asturiana. Ambas raíces se consideran prerromanas: ibaika ('˜vega de río'), justo en el nacimiento del río Aller (por algo el nombre de Rubayer); más preindoeuropeo *ar-a- ('˜agua, valle'). Es el caso de L'Ará, en el valle de Riosa; o Aralla, aquel poblado leonés también entre montañas.

Es decir, da la impresión de que aquellos primeros pobladores en los altos del río Aller describieron con precisión un paraje apto para la estancia ganadera buena parte del año: una productiva vega justo en el nacimiento de unas aguas imprescindibles tiempo atrás para el poblamiento humano y ganadero (sin agua no sería posible una estancia prolongada y relativamente llevadera). Un valle habitable en la cumbre.

Con la cultura oral de los lugareños.

Y sobre las palabras prerromanas, los alleranos y alleranas que subieron al puerto durante tantos siglos después fueron tejiendo el resto del paisaje verbal en aquellos valles cimeros. A poco que preguntemos a los güelos y güelas que bien conocen el puerto, nos explican su versión en el porqué de Las Vegas de la Reina : que el nombre se debe a la reina Urraca, entonces con residencia en Petsuno; que ella era la dueña de todas aquellas fincas, luego en propiedad de La Casona de Vega, y finalmente en divisiones sucesivas de los vaqueros.

Aunque hay otras interpretaciones toponímicas (prerromano * rek-, *rein-, '˜riego, valle de río'), la intención cultural de los vaqueros y vaqueras sigue viva hoy en las cabanas del puerto: su preocupación por explicar al caminante, al montañero, al estudiante, los orígenes de aquellas preciosas camperas del verano.

Tal vez una lección muy práctica de Historia, o, por lo menos, del deseo de aprender y de saber sobre el propio suelo que cada primavera habían de recorrer otra vez por unos cuantos meses. Las interpretaciones populares tenían su interés educativo en unos tiempos con tan pocos libros escritos (sin tele, sin interné); y, en muchos casos, nos transmiten su nivel de historicidad.

Todo un mosaico de palabras sobre tantas páginas abiertas en aquellas brañas .

Con la misma precisión nos explican aquellos vaqueros todo el paisaje de topónimos que, a modo de gran libro natural, se abre bajo los altos de Vegará. Unas cuantas páginas vamos leyendo de paso por cualquier senda. Por ejemplo, La Fonfría ( La Funfría ): nos explican que debe el nombre a la '˜fuente fría' que está junto a las cabanas, y que fue la nevera de la braña en tiempos de facer mantegas y cuayás para vender en los mercaos de Cabanaquinta los fines de semana.

Era la única Economía familiar de las brañas hasta hace pocos años. También lo atestigua el nombre de La Brañuela: de la expresión latina, veranum tempus (tiempo primaveral, entre mayo y junio), tal vez el más propicio para subir allí desde La Vega Baxo. Una braña pequeña y buena (palabra diminutiva, * braneola ), con capilla y todo, muy vistosa y recientemente remozada.


(cabana y cuadra nel puertu)

Unas cuantas páginas botánicas nos van abriendo los vaqueros para leer, por ejemplo, los lugares de las plantas en aquellas brañas. Es el caso de L'Abidurial : el lugar de los '˜abedules', que tanta madera producía para los utensilios de casa, y para la venta en los mercados leoneses ( madreñas, gaxapos, mangos... ); muy apreciada por ser madera noble, buena de trabajar, lijera.

Y otros nombres como L'Acebal, La Fuente'l Carrescu, Carbayalín, La Xuncareta, El Boscón, La Varera..., que recuerdan igualmente los materiales de construcción en las brañas: los acebos, los carrascos, los robles, los xunclos. .., con los que se hacían forcaos, carreñas, teyaos, cestos ... Un relativo negocio comercial para sacar unos riales en los días veraniegos de las cabanas .

La pequeña historia nunca escrita de cada paraje.

A poco que los escuchemos, nos van llevando los vaqueros y vaqueras por otros caminos de la historia en estos y otros paisajes siempre más o menos salientes sobre los valles. Es el caso del Castiitsu, Castietso, Los Castietos, La Pena Castro, El Camín de los Moros, La Cuesta Cantabria ..., y tantas otras páginas abiertas en esta gran aula natural en la memoria lugareña.

Son todo ese conjunto de vestigios, por lo menos toponímicos, que hacen referencia a los primitivos poblamientos de nativos ( corros, corras, castros ...) que habían de alternar la estancia estratégica y defensiva en los altos, con el refugio invernal en los valles, forzados por los rigores de las nieves y de aquellos inviernos sin duda bastante más duros y cuerdos que los de hoy.

Podríamos multiplicar las páginas a 'œleer' en cada paraje: tantas como referentes naturales, productos del suelo, funciones del terreno, poblamientos y poblados, cultivos, proyectos, mitos, cultos, dioses..., fueron traduciendo a nombres los allegados de otras regiones, o los nativos, desde tiempo inmemoral. El lenguaje multidisciplinar del suelo.


Los gochos en puerto:
al par de la cabana

Más abajo queda el nombre de Cabanaquinta para recordarlo .

Efectivamente, de vuelta de los altos encontramos la cultura de las cabañas simbolizada en Cabanaquinta mismo: un lugar más fonderu para pasar el invierno sobre las vegas del río, antes del regreso a los altos veraniegos otra vez. La voz parece compuesta de la raíz prerromana *kapp- ('˜capa'), que ya trajeron los celtas, y que más tarde latinizaron los romanos en capanna ('˜con forma de capa, cubierta, techumbre'). Con un segundo componente, tal vez para especificar el nombre del posesor latino Quintus , en su acepción de '˜casería productiva, villa' (hay otras interpretaciones también).

Cabanaquinta (en principio, tal vez sólo una cabaña en el valle) vendría a ser el límite inferior en aquella estratégica división allerana de los espacios habitables según la altura: vaqueros (pueblos altos, de Felechosa o Casomera hacia arriba; marniegos (pueblos más fondos, de Cabanaquinta abaxo ); y marigüelos (pueblos intermedios, en torno a Cotsanzo). Todo ello en función de si los pobladores vivían exclusivamente del ganado y de los puertos, o tenían otros oficios también. La Sociología, la Geografía Humana, la Historia allerana escrita en los topónimos y en el léxico asturiano, que bien conocen hoy tantos paisanos y paisanas de estos pueblos.


(las buenas fincas de la braña)

Una lectura del suelo con los cinco sentidos en la andadura: colores, sonidos, sabores... del paisaje.

Sirvan para estas breves páginas los ejemplos citados sobre estos altos alleranos, que podríamos multiplicar por el resto de los grandes valles y cumbres del conceyu. Dejamos el Río Blencu (el que desciende de Braña y Sanisidro), y nos dirigimos en sentido contrario hacia los valles del Río Nigru. Allá podremos seguir leyendo el paisaje, al tiempo que vamos practicando con los cinco sentidos también también. Si en el valle de Cabanaquinta y Felechosa la cuenca del río es de piedra blanquecina, más bien cuarcita, justificamos el nombre antiguo del río (lo de blanco).

Al cambiar ahora a los valles más empozados sobre Santibanes y El Beyu, observaremos un cauce del río con piedra bastante más oscura, casi negruzca, de donde el nombre de Río Nigru, tantos siglos antes del carbón. Y todo ello traducido a sabores del paisaje: sostienen los vecinos de Murias que son más sabrosas las truchas del Río Nigru, por ser la piedra grenu de más calidá.

Sostienen, en cambio, los vecinos de Cuevas y El Pino, que son más finas al paladar las truchas del Río Blencu, por ser la piedra oxiza más propicia a la transparencia y claridad de unas aguas a sus anchas entre aquellas vegas tan soleadas y espaciosas. En todo caso, los sabores del paisaje los llevan (o los llevaban) las truchas en los colorinos de las pereyas ( de las pieles ) : sabrosas sin duda en los dos casos (cuando se podían saborear a gusto, claro).

El sabor de la xistra, el xabú, la grama..., y otras plantas curativas.

Con todos los sentidos abiertos sobre las chirucas, podemos seguir recorriendo el mosaico de nombres que nos siguen transmitiendo los alleranos más arraigados de los pueblos. Recordamos los sabores del paisaje en aquella preocupación didáctica que tenían los mayores de que los más jóvenes fueran aprendiendo los lugares que iban a necesitar para prevenir enfermedades y riesgos, alimentarse o curarse en los montes lejos del poblado.

Es el caso de lugares llamados en el conceyu Grameo (de la grama , para el riñon), Xistroso (de la xistra , los anisinos pa la barriga o pal estómago ), Xagual (por el xabú , el árbol milagroso para casi todo, el beneitu ); La Melera, La Pena la Miel (para buscar los truébanos monteses en su época). Toda una cuidada didáctica del paisaje. Un ejemplo de autodidactas, en aquella cadena educativa de la cultura oral, tantos años lejos de escuelas y pupitres, bolis, tsibros , jardines botánicos, ordenatas o interé...


(el café de tizón al par del fuibu na cabana)

Los sonidos de los nombres, para seguir aprendiendo también .

En fin, escuchamos (o podríamos escuchar todavía, con un poco suerte al romper el alba) el canto de los urogallos ( el gatsu monte ) en los fayeos más boscosos de La Faisanera ; o en La Cutsá los Gatos, El Preu Gatsón, El Gatsiniru. .. Como podremos escuchar silenciosos, en sin gorgutar migaya , la sinfonía paisajítica de otros animales monteses según la estación del año: los robezos en Las Robequeras de Cuandia ; los corzos en El Monte los Socorcios ; las curuxas , en Curuxeo ; las xaroncas y las ranas, las águilas, los gavilanes, los azores ..., al paso por L'Azorea, Las Gavilanceras, La Canga l'Eila, Los Renorios ... Todo un paisaje musical todavía conservado en los diversos parajes del conceyu .

Por las sendas de los altos.

De paso en otra ruta por cualquier otro de los cordales, vamos leyendo nombres parecidos. En los altos de Rubayer (Ruayer, el río Ayer) se abren los mayaos de Brañafoz: otro lugar veraniego para el ganado (lat. * veraneam , '˜tierra propicia al verano'), sobre la angostura de un valle (lat. faucem , '˜garganta, paso de montaña'). Y todo el conjunto a la falda del Picu Morgao: el picu mayor (lat. maioraticum , el mayoral, como el mayorazu del léxico asturiano). O del Picu La Tsaguna: por la pequeña laguna que se forma a la base de la peña (lat. lacunam ).

Y seguimos haciendo rutas. En el valle parejo, hacia los altos de Sanisidro, el camín de los vaqueros ascendía por Rioseco: un fértil valle que en algunos otoños más secos casi llega a escosarse el río en la superficie, de donde el nombre. Subía por La Rebotsada: un lugar con rebotsos (robles) tiempo atrás, hoy reducidos en buena parte a zonas más altas de la ladera. Ya por Riofrío (lugar de fuerte corriente del norte) llegaba al Filato: el lugar en el que se aplicaba el '˜fiel de la balanza' para medir el peso de las mercancías en el antiguo transporte de la arriería y los carros desde la vertiente leonesa (lat. filum , '˜hilo'). Queda el edificio para contarlo.

Las costumbres comunales en los puertos .

Todo el puerto Braña es un ejemplo muy conservado de un puerto de verano con todos los nombres necesarios para la vida de tantas familias entre la primavera y casi el invierno otra vez. Por ejemplo, a poco de pasar El Filato cruzamos Las Comuñas: toda la zona de fincas que debe el nombre a la antigua costumbre de aprovechar en común los pastos en ciertas épocas del año (las famosas vacás , o vacas en proporción a los derechos de cada vaquero).

La costumbre se repite en La Cumuniá (la comunidad): otro conjunto de fincas parecido en la braña de La Fresnosa, sobre El Fresnaal. Y fue sistema de aprovechamiento comunitario de pastos en otros conceyos asturianos: Las Comuñas, en Lena; Les Comuñes, en Morcín; La Riega'l Común, en Cabrales; El Común, en Piloña; L'Alto los Cumunales, La Cumuña, Los Comunes, en Somiedo.

Es decir, era aquella estrategia inteligente de las derrotas , con el objeto de aprovechar hasta el extremo las yerbas de cualquier rincón en las diversas fincas comunicadas. Todo ello, con un mínimo de esfuerzos por parte de los dueños: menos cierres, menos pasos, menos líos posibles entre ellos.


(con tul ganao nel mayéu)

Las fuentes de las brañas: las neveras de entonces.

Poco más arriba de Las Comuñas, bajo Los Cotsaínos, está La Fuente los Odres : el lugar de la mayada donde los vaqueros ponían a enfriar la leche para poder mazar y facer la mantega . O colocaban las mismas mantegas a refrescar, de forma que se mantuvieran frescas hasta el viernes por la noche, día señalado para arrancar de madrugada y llegar a tiempo para venderlas en los marcaos de los valles, tras varias horas de camino.

Justo al otro lado de Braña, pasados los altos de La Cotsá Beldoso, sobre las cabanas del Gumial se conserva brillante, reluciente, otra Fuente los Odres : un manantial tallado en madera de tixu , con los compartimentos necesarios para los odres (los recipientes de cuero curtido), para las mantegas , las cuayás ...

Se tapaba la fuente con una pesada tsábana (losa de piedra), de modo que los animales ya no podían dañar productos tan preciados entonces. Son Las Otseras, La Otsera, la Fuente la Otsera de otros puertos. El detalle de estas fuentes atestigua también aquellos cinco sentidos que los vaqueros y vaqueras ponían con todo el alma en el cuidado de las brañas. Las mantegas habían de llegar impecables a la plaza del mercao : tenían que impresionar a la vista (con sus tonos blanquecinos, brillantes, sin pizca de leche apelmazada, revenía , que rompiera su resplandor); y con el marco de la casa y todo: la seña de la cuyar, un teneor ... (el logotipo, a su modo entonces).

Formas, colores, sabores..., el contraste de las camperas entre las peñas.

Se preocupaban las muyeres, al preparar las mantegas en casa sobre un par de berzas como única envoltura, de que sus formas alargadas, y ligeramente ovaladas en el molde de un largeru , ofrecieran una textura fina, nidia , pulida por el agua cristalina de la fuente; y con el aroma de las yerbas del puerto, que daba a estas mantegas aquel sabor inestimable con destino a los paladares más exquisitos de las villas y ciudades.

De hecho, lo que son las paradojas, muy pocas mantegas podían quedar para la mesa de casa: había que vendelas pa los más pudientes, y pa sacar cuatro riales, poder pagar las rentas, y comprar daqué refaxos, un par d'alpargatas... Poco más.

Por los senderos y peornales de Braña damos también con la cabana y cuadra del Siirru Blencu (otra vez los colores del paisaje): la discreta mayada a media ladera junto a Brañarreonda, con aquel peñasco calizo que reluce especialmente en días de lluvia, en contraste con el verdor más intenso de los peornos y abedulares del contorno bajo El Picu Fuentes y El Monte l'Eyu. Relucen también intensas las camperas más verdosas de Valverde (valle verde), al otro lado del río, alimentadas con la humedad de las caliares más pindias del Picu Torres. Los lienzos naturales de la braña.


(bonas cuadras na braña)

La piel del paisaje: la brisa del norte, el tacto de la tarde ente la nublina de las cabanas...

Por cualquiera de los puertos vamos leyendo paisajes, cada uno con sus matices en los topónimos que van describiendo sus cualidades, según su orientación en la ladera, sus funciones de antaño, la naturaleza del suelo, los tipos de plantas y arbolados... Es el caso de Cabanaturá, El Cople, Tsacía, Dieztsagares, La Fresnosa, El Fresnaal, Bustroso, Valverde, Piedrafita, Bustempruno, La Carbazosa, El Fundil, Canietsa, El Pubiyón, El Gumial, Fuentes d'Invierno ... Larga lista de precisos y preciosos topónimos conservados en toda la rondiá del conceyu.

Resuena especialmente entre los vaqueros El Rasón : todo un extenso puerto de verano que incluye numerosas cuadras, fincas, pastizales y cabanas, desde los altos de Nembra y Murias hasta los límites con Tsena y Villamanín, por Tresconceyos y L'Esturbín. De paso por aquellos espaciosos senderos (hoy, pistas en muchos casos), un radiante día primaveral o de seruenda, a la caída de la tarde aflora en la piel del caminante la razón del topónimo: en las zonas más altas y que dan más al norte, las más expuestas a los vientos, sopla con frecuencia la brisa fría, aún en días agostiegos de calor. Nunca sobra la chaqueta, dicen los vaqueros al mor de cualquier fuibu na cabana .


Miro el de Arnizo,
ente la cabana'l Puerto:
muchas lecciones aprendidas
al mor del fuíu y tras sus pasos
pe los hayedos y los mayaos.

La brisa y la rasura que lleva el nombre .

Precisamente por ello, esas zonas más expuestas en las lomas altas están desprovistas de árboles mayores, en contraste con la media ladera y fondo del valle, recubiertos con abundante, grueso y espeso arbolado en torno a las fincas y mayaos. Es decir las zonas altas son más bien rasas , sin vegetación saliente, donde crecen espesos los peornales, las urcias, los gorbizos ... De ahí el nombre: latín rasum (raído, raso, despejado), con el sufijo aumentativo que describe la extensión del paraje: El Rasón fue todo un poblado de verano para los pueblos fonderos de Piñeres y otros de estos valles.

Se hubo de sumar la circunstancia de que los abundantes madreñeros del puerto debían dejar el monte poco menos que despejado de fayas y abidules , con la cantidad de pares de madreñas que exportaban a los pueblos leoneses en los mercados del verano. Habría que sumar la madera para los xugos, araos, carreñas, forcaos ... Todo un paraje muy productivo y explotado hasta casi estos mismos días.

Las zonas lacustres, las espesuras del matorral ...

El mosaico toponímico del puerto va describiendo con palabras cualidades parecidas. Por ejemplo, las zonas del agua: Fuentes (casería cimera), con abundantes manantiales a la falda de Formosa y Tresconceyos; Tsioso ( tsagunoso ), sobre La Piornosa, en realidad lacustre, con aquella tsaguna que sólo en las grandes sequías llega a escosarse casi del todo.

Y vamos comprobando los peornos de La Piornosa en los raspionazos en la cara y en la piel, a poco que nos salgamos de los senderos y nos arriesguemos por los aseladeros del ganado: tupidas zonas vegetales que mucho agradecen los animales con los intensos calores del estío. Otra vez el paisaje tallado en la piel del caminante, por si tuviera alguna duda en cuanto al origen del topónimo...

Por los caminos de los valles, por las caleyas de los poblados...

Ya en el descenso por las laderas, podemos seguir sintiendo el paisaje en la retina de la vista, en los colores del suelo, en los aromas al lado de las sendas. Es el caso de La Floría (sobre Morea), por mucho que los arbustos y arbolados ya no sigan tan espesos ni floridos en primavera como en el origen del poblado; Misiegos : los antiguos sembrados de las mieses (la escanda), sobre Piñeres; Entrepeñes , donde ya no resuenan tanto las caudalosas aguas del río Aller en los hinchentes ; ni los troníos en las tormentas, una vez distanciadas bien las peñas con los desmontes y descalabros para las carreteras y otras obras. Sólo van quedando los nombres para contarlo.


(ya más bien teyas que tsábanas)

Para seguir escribiendo nuevas páginas sobre el paisaje allerano .

En resumen, el paisaje allerano sigue siendo un patrimonio relativamente conservado, al servicio de la cultura más libresca, informatizada y dixital ahora. Lejos de los montes, una vez sentados en los pupitres o en los laboratorios del aula, los collacios de hoy podrán seguir conectando los contenidos medioambientales con los programas de los libros: interpretar vestigios históricos como los de La Vía Romana de La Carisa; clasificar las plantas llevadas en la memoria de la cámara digital o en el tomavistas; analizar el tipo de rocas en los cauces de los ríos o en los altos de Xexa y de Noales (piedra especial en ambos casos). Discutir en la clase de Geografía o de Economía la evolución de los recursos naturales en un inmediato futuro de desarrollo inevitable.

Como podrá el montañero, el turista, el ganadero, el ecologista, el cazador, el político, el industrial..., seguir leyendo el paisaje con todos los sentidos (y alguno más si acaso) a la hora de ascender picachos encrespados (El Picu Torres, L'Esturbín...), planificar rutas por un bosque impecable, cazar de forma racional, desarrollar nuevas estrategias para aprovechar, explotar y exportar los recursos naturales en el sentido etimológico de las palabras: ecología , en principio, sólo es '˜el estudio del medio'. El desarrollo sostenible y racional ha de venir enlazado: predar no es de-predar (lo dicen las palabras también).

Sería una etapa más en aquel mismo estudio del entorno que llevaron a cabo los alleranos de estas montañas desde tiempos preindoeuropeos hasta estos mismos días (por lo menos desde hace unos 6.000 a 8.000 años, a juzgar por la antigüedad de las palabras conservadas en los topónimos). Serían nuevas páginas añadidas a ese gran libro abierto del paisaje allerano desde los altos hasta el fondo de los valles, ya más transformados hoy en nuevos trabayos y proyectos con otras ferramientas , informáticas y dixitales incluidas.

Aprender a escribir de forma reponsable esas páginas presentes y futuras es el gran reto educativo de todos y de todas, comenzando por padres, madres, educadores y políticos. En todo caso, siguiendo el ejemplo de los güelos y las güelas de los pueblos: que los mozacos y mozacas conozcan y aprecien lo que tienen alreor; sientan su utilidad, y desarrollen la necesidá de aprender pa poder comer, ya desde bien pequenos ...


(con la terdi ya colgá alreor del picu)

Colaboran en este número de la revista:
Ánxel Álvarez Llano, Gausón Fernánde Gutiérri,
Pedro Rodríguez Cortés, Marta García Bayón,
Elia Canal Martínez, Víctor Canal Hernando,
Xulio Concepción Suárez, Ramiro F. Alonso,
Fernando Suárez Albalá, Camilo Alonso .

Ver páxina web de la revista:
http://estaferiaayerana.webcindario.com/pagina9.htm

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