Costumbres, tradición, gastronomía, trabajos rurales, vida vaqueira, saber popular


Juaquín, la memoria de La Tesa, La Mesa,
La Vachota, Las Navariegas...,
toda una vida colgada de las peñas y las brañas

Libro: Por los Pueblos de Lena
Ed. KRK. Oviedo. 1995
Julio Concepción Suárez

"... la vida en el campo...
se concibe como un compendio de sabiduría popular,
algo que no debe desdeñarse
porque con su esfuerzo,
gran número de españoles
sentaron las bases del Estado del bienestar
que hoy disfrutuamos.
Su trabajo, su sufrimiento
y su buen hacer durante décadas,
merece la pena ser recogido y recopilado
para que constituya
memoria viva a modo de homenaje"
(Félix Gómez Lablanca.
Enciclopedia de La vida en el campo.
Keinu Producciones, S. L.)

Objetivos del trabajo

  • Recoger la tradición oral de los mayores que todavía siguen en sus pueblos y en sus brañas, antes de que se vayan del todo con su saber popular: un estudio de la toponimia documentado, sobre todo, en los lugareños.

  • Ofrecer un pequeño homenaje a la memoria y al trabajo de tantos y tantas lenenses, que nunca pasaron a los libros ni a las gestas, pero que construyeron en el silencio de su actividad diaria la vida asturiana en estas montañas hasta hace poco.

  • Describir la vida rural del concejo de Lena recordada por los vecinos y vecinas que vivieron de los productos del campo hasta estos mismos días.
    Elaborar un recuento de todas aquellas pequeñas industrias artesanales que dieron vida a estos pueblos explotando los productos naturales del concejo: teyeras, ferrerías, molinos, maderas...

  • Elaborar un inventario de todos aquellos productos alimentarios más comunes, que sirvieron a los lenenses mientras tuvieron que vivir de su entorno inmediato.

  • Recomponer con sus nombres el variado mosaico paisajístico entre bosques, sembrados, brañas, pastos..., que cubría estas montañas lenenses un tiempo atrás.

  • Recordar la variada gama de oficios artesanos que ocuparon a los jóvenes y mayores (homes y muyeres) mientras hubo que aprovechar los recursos que ofrecía el suelo.

  • Reconstruir el tiempo dedicado al ganado y a los productos artesanos en los meses del verano y la seronda.

  • Valorar el pasado lenense y asturiano para proyectar mejor su devenir en el tiempo.

Contenidos del libro

  • Valoración sociocultural de los nombres de los pueblos de montaña: otra forma de comunicación entre aquellos primeros vecinos que necesitaban señalar cada palmo del suelo para intercambiar sus novedades, sus productos rurales, sus preocupaciones, sus trabajos..., tan sólo medio siglo atrás.

  • Estudio de las costumbres y topónimos, observados en otras regiones y pueblos de montaña en condiciones semejantes a las de Lena. Esto lleva a considerar esa forma de relación social toponímica, casi universal, en aquellas situaciones rurales semejantes por condiciones geográficas.

  • Valoración del lenguaje toponímico: la referencia verbal a los sembrados, el arbolado, los ganados, los caminos, los trabajos comunales, los oficios y la estancia estival en los altos de las brañas.

  • Memoria oral. Todo fue quedando escrito en la memoria inmemorial de los lugareños, por lo menos, hasta nuestros días.

  • Sobrevivir con los recursos del medio. En fin, así llegó hasta las puertas del dos mil este lenguaje toponímico que recuerda el origen y andaduras de un concejo de montaña mientras tuvo que vivir de sus propios recursos y con sus propios medios rurales: un lenguaje, cada seronda un poco más olvidado entre las nublinas de nuestro entorno asturiano.

  • Muyeres y los homes, de los pueblos y de las brañas: cuando se van de sus casas y sus cabañas, en las mismas carracas, en los zurrones, en las mochilas...., se van también con ellos los nombres. Pero sirvan estas páginas como homenaje a la memoria y al trabajo de tantos y tantas lenenses que construyeron en el silencio de su actividad diaria esa extensa parcela de nuestra entrañable cultura asturiana.

    Texto de José Saramago

    “Por estos cerros, o acomodándose a las faldas resguardadas de los vientos, abundan las casas rurales, medio de labor, medio de vivir. Son casas con aire de palacio campesino, de arquitectura simple, pero tan integradas en el paisaje, que surge como agresión violenta cualquier nueva construcción al gusto desvariado de hoy, agresión tanto a lo que la rodea como al espectador...

    Muchas de esas moradas muestran aire de abandono: no viven aquí los dueños, otros ocupan sólo una parte del edificio, hay nuevos propietarios que no han hecho obras. Conservar hoy estos bienes costará una fortuna, quién sabe si compensará la explotación de la tierra.

    Sea como fuere, quien la trabaja no puede irse a vivir lejos: las grandes casas-quinta son como marcos geodésicos, referencias de una caminata que vuelve siempre al mismo terruño y a los mismos trabajos, labrar, sembrar, plantar, abonar, segar, recoger, el mismo principio y el mismo fin, el verdadero movimiento continuo, que no precisó inventor porque su inventor es la necesidad” (José Saramago)

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