Costumbres, tradición, gastronomía, trabajos rurales, vida vaqueira, saber popular
Etiquetas, tags: Herías, toponimia, medieval, monasterio, benedictinos, femenino, Camelias, Santolaya

"Ser en la vida romero,
romero solo que cruza
siempre por caminos nuevos.
[...]
Que no hagan callo las cosas
ni en el alma ni en el cuerpo
[...]
Poetas , nunca cantemos
la vida de un mismo pueblo
ni la flor de un solo huerto
".
(León Felipe)


El poblamiento levantado
en los mejores rellanos de la ladera
sobre el Monasterio de Santolaya
.

HERÍAS
ERÍAS, IRÍAS
(I)

Resumen del libro
Por los pueblos de Lena
(pp. 194 ss).
Julio Concepción Suárez.
HiFer., Oviedo, 2014.

A) Un pueblo medieval en una encrucijada de caminos a media ladera, sobre un monasterio benedictino (Santolaya)

Herías (en realidad, tendría que ser sin H-, pues viene de eras de cereales, sembrados) es lugar de la parroquia con el mismo nombre (en el conceyu Lena), que dista 8 kms. de la capital municipal y se sitúa a unos 560 ms. de altitud. Tiene 16 habitantes censados. Llegó a tener 264 personas allá por los años veinte.

Hoy Herías es un pueblo remozado en parte, con casas reconvertidas en segundas residencias para fin de semana o vacaciones; algunas con muy diversa o desafortunada adecuación al entorno etnográfico de un pueblo rural (etimología, lat. ruralem, en relación con el campo), a diferencia de urbem (ciudad). Simple, elemental respeto al sentido de las palabras.

El poblado de Herías (antiguas tierras sembradas de escanda) se levantó en un rellano a media ladera entre el valle del Güerna y del Payares, en la intersección del camino que procede casi horizontal por Munistiriu y San Miguel d'Heros, con el que desciende de Bendueños por Castro. Se conservan algunos tramos de este camino medieval, muy deteriorado en cambio en otros tramos (cementos, confusiones en el trazado...).


la güela abuyetando con paciencia
al par del fuibu
pe los calcetos pal paisano

Irías, con bona nevá
en aquellos inviernos de antes...

En realidad, como más abajo se verá, Herías se encuentra en una encrucijada de caminos a media ladera, con el principal que venía de Fresneo, Yanos..., muy utilizado luego como camín de peregrinos: el llamado con el tiempo Camino de Santiago, Camino del Salvador, Camín Xacobéu, Camín Francés... (ver desarrollo completo en Por las montañas de Lena, descripción completa en PDF).

Los barrios del pueblu

Las casas del poblado se fueron distribuyendo en torno a unos núcleos principales: Entelailesia (junto a la iglesia parroquial): plazoleta con vestigios de las antiguas tumbas que antes rodeaban los templos; Pumaralgo (arriba, al sur, junto al camín de peregrinos).

El Cochéu o Entelcochéu (al norte, en la salida hacia Campomanes); Entelafuente (sobre la fuente y el chavaíru); La Güertancima, lo cimero, en el camino a Bendueños, justo al lado de La Fuente Trescasa (conservada hoy, aunque semiseca), que se dice fue de los peregrinos procedentes de Samiguel d'Heros, por el camín francés del Payares. Trasdelgortón: a la entrada desde La Frecha.

Y dos caserones se sitúan en el centro de las casas: La Casa'l Mayorezu, con escudo sobre la puerta principal, que tiene la tradición familiar de Nemesio, José'l Mayorezu, Sagrario la Mayoraza, José'l de Reconcos, Sayo...; y La Casa Donato: contigua por la cara oeste, con un buen horro, corralá, cuadras...; según la voz oral, la posesión primera procede de La Señorita que vino de Pola Siero, y vendió luego la posesión a Donato el Cura; la heredó Aurelia la Maestra, con posterior división entre sus herederos.

La parroquia de San Claudio de Herías está compuesta por los pueblos de Bendueños, Herías, La Frecha, Heros, Renueva, La Casa Nueva y San Miguel d'Heros.


Los paisanos del pueblu, varias
décadas atrás:
el valor de la palabra inmemorial


La heráldica del pueblu:
los caserones más estratégicos

La vida de un poblamiento que late en los topónimos

Entre la toponimia relevante del contorno del pueblo destaca El Tumelín: montículo saliente sobre el pueblo y Piedracea, junto al Cementerio actual; y Castro: finca que forma la explanada mayor sobre el pueblo, en el camino a Xuviles y a Bendueños. Es el lenguaje toponímico que atestigua, una vez más, la pequeña historia de un poblamiento desde los prerromanos a nuestros días.


se diría que hasta el guetu
siente el pasu del tiempu
nas caleyas

El primero, El Tumelín, puede hacer referencia a un antiguo túmulo, que se justificaría en el socavón junto a la mata actual; aunque también pudiera tratarse de una simple designación figurada del terreno alomado, hoy junto al cementerio; decían los mayores que el socavón tal vez hubiera sido para la extracción de la piedra en la construcción de la cuadra actual, poco más abajo.

El segundo, Castro, parece un auténtico asentamiento prerromano, en relación con tantos otros que se divisan desde la misma finca actual. El entramado toponímico que describe la evolución de unos poblamientos ya prerromanos que se fueron sucediendo por los altos de todo el valle del Payares y del Güerna.

Los ejemplos son abundantes, bien asentados en la memoria de los mayores, y con unos cuantos vestigios supervivientes sobre el terreno en algunos casos. Justo enfrente de Castro, al otro lado del río a su paso por Salas, están El Castro y El Castiichu de Corros, en otro de tantos paralelos estratégicos castreños de lugares distribuidos correlativamente por las vertientes opuestas de un mismo valle lenense.


año de nieves...
(o al menos, que sirva la esperanza
del refrán).

... y el caballo, ni se inmuta con la nevá...
cuando'l Rubio yera más nuivu...

Quentu Pelayo y Tibigracias

Picacho interesante resulta el de Quentu Pelayo: saliente rocoso en la cumbre divisoria de la ladera de Herías y la de Bendueños, es decir, del valle del Payares y del Güerna. Desde el picacho se controlan todos los altos de La Carisa (sobre Parana) y de la otra Carisa (sobre Zurea), con sólo asomarse al Quentu la Cruz, o a Xuviles.

En días claros, se controla toda la cuenca del río Lena y parte del Caudal abajo. Y, con un poco de suerte en días más soleados, se aprecian en ocasiones las brumas sobre las mismas costas de Xixón.

La cuestión del nombre del paraje es más dudosa. A juzgar por la posición estratégica en el control de muchos caminos a un tiempo, habría que pensar en una de tantas interpretaciones en la leyenda de Pelayo que terminan en La Casa Tibigracias de Payares (referencia completa en libro Por los pueblos de Lena).

Se dice que en sus campañas contra los moros había conseguido reunirlos a todos camino del Alto Payares, hasta expulsarlos definitivamente por La Calera, La Gobia, Busdongo... De ahí el nombre Tibigracias: "gracias a Tí, Señor..."

"Del monte en la ladera,
por mi mano plantado,
tengo un huerto,
que con la primavera,
de bella flor cubierto,
ya muestra en esperanza
el fruto cierto"
(Fray Luis de León)

B) El monasterio de Santolaya, las viñas, las eras del cereal...

En la tradición oral de los lugareños, destacan los ecos y los vestigios del Monasterio de Santolaya (ver en Elena Díaz Palacios): finca bajo el poblado de Herías, en la que se fueron encontrando con los años diversos restos del conjunto monacal documentado por M. Pidal (sepulcros, un crucifijo, media campana, una pila bautismal, otra campana más pequeña...).

Hay documentos medievales escritos de la actividad del conjunto monacal: tenían bueyes, sembraban cereales, establos... Recientemente, Andrés Martínez Vega cita el Monasterio de Santa Eulalia de Herías en su última obra, Los monasterios medievales asturianos.

La toponimia lo confirma hoy. Bajo El Monasterio de Santolaya están las fincas de Viñamayor, documentadas como "Viñas del Monasterio": un conjunto montaraz de castañeros y praos en desuso que se fueron llenando de zarzas desde los años sesenta, sobre todo (límites de La Miraza, Papús, La Chaguna, La Casa Nueva, La Crucina...).

En fin, una pequeña o larga historia en torno a Santolaya queda atestiguada en diversos documentos medievales que hablan de posesiones benedictinas sobre Viñamayor: los topónimos cuadran también, por muy transformadas que se encuentren las fincas actuales.


pequeña pila de piedra,
encontrada en la finca de Santolaya
y atribuida por la voz oral
al culto del monasterio,
junto con otros hallazgos ocasionales.

Los documentos escritos de Santolaya, y publicados ya desde hace un tiempo

Como se viene apuntando más arriba, esa pequeña historia de Santolaya está publicada y todo, entre otros y otras, por Elena Díaz Palacios, "El monasterio de Santa Eulalia de Herías", Actas del III Curso de Cultura Medieval. Aguilar de Campoo (pp. 243-248), 1993; coordinación de José Luis Hernando Garrido y Manuel Ángel García Guinea. Amplia documentación también por Isabel Torrente Fernández ,(2006): "El monacato en el territorio de L.lena: sociedad y poder". En Territorio, Sociedad y Poder, Nº1, 2006 [pp. 221-238].

El monasterio de Santa Eulalia de Ayras (nombre medieval de Erías) fue fundado hacia el año 715, según consta en la Crónica General de la Orden de San Benito, Valladolid, 1609). A finales del s. X gozaba de gran vitalidad. Más tarde pasó a dominio de la Iglesia de Oviedo, y bajo la advocación de San Claudio.

Sus propiedades fueron casas, hórreos, lagares, tierras, vacas, bueyes, caballos, ovejas, cabras, cerdos y gallinas..., según documentación medieval correspondiente en el Archivo diocesano de Otero de las Dueñas (León).

Hubo, por tanto, un monasterio en Santolaya, hay una arraigada tradición oral, y se documenta con los restos arqueológicos que siempre aparecieron en las obras ocasionales realizadas por la finca. Por esta razón, los propietarios de antaño, muy respetuosos siempre con el recinto y con la voz oral, tapaban cualquier vestigio en el mismo sitio que aflorara, y ya nunca lo intentaban allí de nuevo. (Hay una amplia documentación escrita (https://elcastellumdependilla.wordpress.com/2018/01/14/
los-condes-don-fruela-iv-monasterio-de-santa-eulalia-de-herias-lena).

De hecho, la finca nunca tuvo más obras que una pequeña caseta, la caballeriza actual, y algunos manzanales plantados donde algún otro caía de viejo. El resto de la finca siempre se respetó entre la admiración y el misterio. Eran otros tiempos.


coyendo pan, con las mesorias:
amesoriando na güexa

El dato de Santa Eulalia de Camellas / Kamellas: ¿Herías, Felgueras...?

De interés especial resulta el topónimo Camellas, citado varias veces en documentos medievales; y recogidos, en parte, por Isabel Torrente en su estudio del monasterio de Santolaya. Con la sugerencia de Andrés Martínez Vega -documentado estudioso de las instituciones monacales asturianas-, volvemos sobre la posible interpretación del lugar citado

El nombre de Camellas -así- no lo encuentro en toda la toponimia lenense. No está claro que se refiera específicamente a Santolaya de Herías, pues también podría relacionarse con el valle de Santa Cristina y Felgueras, donde hay Chamiechas: unas fincas sobre el pueblo; y Vandolaya: sobre La Nozala, en realidad 'el valle de Olaya, o de Santolaya'. O con otros lugares del conceyu en los documentos medievales, por mucho que no se reconozca hoy el topónimo original citado.

La posibilidad del valle de Felgueras podría quedar reforzada por el topónimo Vandolaya: conjunto de buenas fincas en la vaguada que se extiende desde Corneyana a La Nozala; justo al otro lado de la loma que separa los dos valles contiguos; más al este, Chamietsas; más al oeste, Vandolaya: tal vez, reducción de Val de (Sant)olaya; el valle de Santa Eulalia, que completa Kamellas en el documento medieval.


una de las campanas de bronce
encontradas en el entorno
de lo que fue el Monasterio de Santolaya

Santolaya de Herías, El Preu l'Hospital, La Tsaguna...

Para situar definitivamente el citado Kamellas, habría que unir otros topónimos, pues un derivado de Camellas -así- no lo pateo alrededor del Preu Santolaya de Herías, con todo ese conjunto de nombres circundantes, bien descriptivos de una institución monacal organizada: Viñamayor (la viña grande); o El Preu L'Hospital (el hospedaje), tal vez no por casualidad al lado del Preu Sansalvaor (junto al camín de peregrinos del Payares), el camino del Salvador.

O La Crucina: encrucijada de caminos con desvío a Santolaya y a L'Hospital, en una de las ramas hacia el norte; evidente cristianización del paisaje viario, una vez más; hasta hace unos años se respetó siempre una rústica cruz de madera clavada en una centenaria castañar de la encrucijada.

En este paisaje toponímico religioso, las posibilidades de interpretación de Camellas pudieran reducirse a dos: en ambos casos, por traducción semántica o interpretación del notario, copista, cronista... Y las dos partiendo de una finca mayor contigua a Santolaya: La Tsaguna (La Chaguna, hoy para la mayoría), sólo separadas del antiguo monasterio por un sólido pareón en piedra cuidada, que se mantuvo limpio hasta hace pocas décadas.

más cuadros de Sergio
l'horro de Sergio: cuadro

Entre lamas y camas naturales: zonas lamizas, o vaguagas productivas al resguardo de los vientos

En su conjunto, se diría que las dos fincas -Santolaya y La Chaguna- estuvieron unidas en el origen, pues tienen formas colaterales casi simétricas respecto a la misma loma divisoria: ambas empozadas, productivas, retiradas del viento norte, bien orientadas al saliente y al sur... Un conjunto uniforme recortado en la relativa pendiente, hoy rodeadas de castañeros. Por ello, Camellas podría referirse a dos circunstancias:

a) que se trate de la voz lamas, lamellas: lugar húmedo, lamizo, que acumula agua constante (raíz prerromana, *lam- , 'ciénaga, terreno pantanoso, prado húmedo'); como corresponde exactamente a La Chaguna: por el invierno, en los desnieves, hasta con pequeños lavajos en los rellanos inferiores de la pendiente; topónimos como Chamiechas, Las Chamucas, Las Chamas... ; sufijo latino diminutivo romance, -ellas.

b) o que se trate de la voz camas, camiellas: lugar cóncavo, empozado, resguardado, que dio lugar a la acepción usual más común (el lugar para dormir); y a tantos topónimos muy queridos por los animales para resguardarse de las tormentas o pernoctar en el monte: nombres como Los Camisos, Las Camaretas, El Camareo..., y tantos otros; mismo sufijo latino diminutivo romance, -ellas.


Xuanín, palanquiando

El Santa Eulalia de Kamellas: una posible interpretación del copista

Por ambos caminos se podría haber llegado a Camellas: desde lamas, o desde camas; pero, siempre por una confusión o interpretación personal: confusión de tipo gráfico, cuando alguien leyó C, K, en lugar de L; cuando le pareció que no había laguna real, pero que la finca acumulaba aguas; no consideró adecuada al paraje la voz Chaguna, pero sí lamas, como zona lamiza, de pequeñas lagunas de temporada (de Lamellas, a Camellas, por tanto).

O cuando el amanuense describió por su cuenta -completó personalmente- el aspecto geográfico de las dos fincas -Santa Eulalia y La Chaguna-: le perecerían como dos camas, simétricas, una a cada lado de la loma, muy propicias para el cultivo y para los ganados; hoy mismo, Santolaya es pumarada con árboles centenarios de varios tipos; y La Chaguna, pasto preferido de animales todo el invierno, incluso entre la nieve. Unas camellas (camillas naturales, yacijas...) del terreno, directamente.


Dibujo de José Luis Benito

El lenguaje toponímcio, un documento oral, al lado de tantos otros

En último caso, el espacio de estas fincas supone un buen conjunto productivo para un monasterio traducido a un mosaico verbal preciso: unas para los frutales; otras, para los animales; más arriba, para los cereales (el mismo nombre de Irías, Herías, las eras del cereal, el pueblu actual); justo debajo, Viñamayor, para las racimales de las uvas: con agua abundante, soleadas, muy retiradas...

En el conjunto organizado, casi una autonomía productiva de consumo propio..., para aquellos tiempos, al lado de un camino principal por una ladera conectada a otros monasterios, por el camín de peregrinos, camín del Salvador..., hacia Oviedo.

La descripción del copista quedaba adecuada, en todo caso: Santa Eulalia, pero de Camellas, aunque este topónimo no nos haya llegado hoy; o que no haya tenido arraigo entre los nativos; nada semejante en la memoria de los mayores. Una vez más, el impresionante documento oral del lenguaje toponímico, complemento -por discutible que parezca a algunos- de tan escasos, precarios, imprecisos, genéricos, datos escritos tantas veces.

"Dulce es vivir en la mi aldea querida,
dulce es vivir las horas vespertinas.
Prados floridos, solos quedáis;
fuentes risueñas, amor brindáis.
Campos en flor, de mi aldea,
de mi aldea, campos en flor"

(canción popular)


aquel paisaje sembrado
sobre el Monasterio de Santolaya:
las irías, las eras del cereal,
de donde el nombre del pueblo; con sus derechos comuñeros de calzada entre unas y otras.

Lo que dicen los juristas a cerca del origen de las erías en el derecho consuetudinario asturiano:

"Erías.... Las erías son terrenos de labor, divididos en parcelas, cercadas y acotadas durante ciertos períodos del año para la siembra, que pertenecían a distintos propietarios... El nombre de ería se impuso para distinguir el cultivo estable que se practicaba en el terrazgo, del temporal y variable que se seguía realizando en los terrenos comunales de peor calidad...

El elemento que caracterizaba este espacio bien delimitado era una cerca común que abarcaba toda la ería, y dentro de ella tenían sus parcelas de cereales deslindadas los colonos. Su aprovechamiento era individual si bien el terrazgo tenía un carácter colectivo..., que se manifiesta en varios aspectos...

... así, para mantener la ería en debidas condiciones tenía que concurrir toda la comunidad en prestación gratuita de trabajo, la conservación de la cerca que la limitaba era considerada como un asunto colectivo, y era preciso el concierto disciplinado de toda la vecindad para facilitar la explotación individual de las pequeñas parcelas, sometidas a rotación de cultivos que les marcaba el ritmo de los trabajos agrarios, y la explotación comunitaria del barbecho por el ganado -la derrota- una vez levantadas las cosechas...

Durante la época de siembra y recolección se prohibía la entrada en las erías de toda clase de animales, manteniéndose desde tiempo inmemorial, y sin alteración alguna, un servicio de paso -llamado guarida- por las propiedades ajenas para la recogida de las cosechas"
(Francisco Tuero Bertrán, en el Diccionario de Derecho Consuetudinario e Instituciones y Usos Tradicionales de Asturias)


El aro y la gancheta:
el xuegu al alcance de la mayoría
(y tampoco de todos entonces,
por supuesto)

Otros documentos antiguos sobre el monasterio medieval de Santolaya

Muchos monjes y nobles llegaban de otras regiones leonesas, castellanas…, escapando de los árabes: los valles más cerrados y las montañas asturianas ofrecían refugio especial para fundar allí sus instituciones y vivir en relativa paz. De ahí la proliferación de tantos pequeños núcleos monásticos, algunos sin llegar a registrarse siquiera en los archivos episcopales, catedralicios… Monasterios libres.

Unos cuantos datos del Monasterio de Herías aparecen en un artículo sobre el "Monasterio de Santa Eugenia. Moreda de Aller", Rev. Estaferia ayerana , nº 12 (páx. 20-27), 2014, Asociación Andrés Boreta. La razón es clara: el Monasterio de Herías tuvo posesiones en Moreda. En resumen:

  • Año 930: se sabe que el Monasterio de Santa Eulalia de Herías ya estaba fundado en fecha anterior por los presbíteros Onorio y Severo

  • Año 976, el Monasterio de Irías tiene como titular a Santa Eulalia, pero el año 1019, cambia de titular: “en la villa de Irías se alzaba el monasterio de San Claudio”; de modo que el mismo monasterio recibió distintas denominaciones a lo largo de los años.

  • Entre 976 y 1019, es posible que el monasterio fuese totalmente femenino (ver referencias bibliográficas abajo sobre el monacato femenino medieval; y sobre la vida diaria en un pueblo de aquellos tiempos); amplia documentación léxica femenina de la época: reclusas, emparedadas, ermitañas, devotas, servidoras, religiosas, freylas, monjas, hospitaleras, seroras, santeras, beguinas, damianitas, damas pobres, menoretas, descalzas...; términos todos ellos con sus matices en la dedicación de aquellas mujeres en cada caso..

  • Documento entre 1017 y 1032: “En Asturias se ubican el monasterio de Santa Eulalia y San Cristóbal de Herías (Lena) con sus pertenencias, entre ellas, Moreda de Aller”, que fue donado al Conde Fruela Muñoz en esas fechas (Colección Documental del Monasterio de Otero de las Dueñas (León), Oeden del Cister..

  • Año 1019: “El Monasterio de Herías (Santa Eulalia) dispone en el año 1019 de dos Villas: Moreda de Aller y San Eorus, que la Congregación  había comprado a uno de sus abades…, al abad Leogus” (Documento 84 de Otero de las Dueñas, León). En estas fechas tiene vinculado el Monasterio de la Villa de Moreda.

  • Donación a Otero de las Dueñas: El abad Senior y la abadesa María, junto con el fraile Quiza y su hija María, donan al Conde Fruela Muñoz los siguientes bienes: “El Monasterio de San Cristóbal de Herías con sus pertenencias: Moreda de Aller y otras”… “por la defensa del Conde y sus ayudas económicas (dos yeguas bravas, un vaso de plata, seis vacas preñadas y un cobertor de tapicería”.

  • Año 1076: el Monasterio de Santa Eulalia de Lena pasa a depender de la Iglesia de San Salvador de Oviedo (documentación de García Larragueta: Colección de documentos de la Catedral de Oviedo, 1962); tal vez de ahí, se explique ya el nombre del preu Sansalvaor (entre La Casanueva y Valdefernando), en relación con la Catedral también van más de mil años, por tanto.

  • Siglo XII: el Arcipreste Pelagius entrega a García Petriz y su madre “illam villam pernominatam Moreda cum duabus caserías scilicet Tios y Villanueva et ecclesia Zureda” (Colección Documentos de la Catedral de Oviedo, de Santos Larragueta, nº 28).

  • En 1168 se menciona por última vez el monasterio de Santolaya. Es decir, que el Monasterio de Santolaya (de San Claudio, de San Cristóbal...), con sucesivos patronos en el tiempo, está documentado en varios conceyos, y, sobre todo, en los archivos leoneses, de Otero de las Dueñas. Quedan (de momento) los vestigios en la finca actual de Santolaya y en sus contornos inmediatos (Viñamayor, La Crucina, El Casón, La Güesera...), para posibles investigaciones en el futuro. Todo un privilegio en estos tiempos que corren... (y desguazan tantas veces, claro).


Esgañitéu ta'l raitán entre las ramas

Ver Léxico y toponimia en torno al Monasterio.

Entre otros poblamientos al lado de los caminos

Fuera ya de Herías (en realidad, areas, 'campos sembrados, eras del cereal') otras fincas llevan el mismo nombre de Santolaya: entre La Barraca y Renueva, y entre San Pelayo, Parana y El Praón. Según la voz oral pertenecían al mismo monasterio, a su vez, dependientes de la institución religiosa en otros monasterios por la vertiente de León.

Actualmente el pueblo está mejorado con varias casas y caserones reconstruidas en piedra, mantenida su estructura rústica precedente. En otros casos, las reformas nada tienen que ver con el patrimonio etnográfico de un poblado tallado con las manos y el ingenio de los mayores: en lugar de la piedra y la madera, salpican la vista plaquetas de colorinos, pulidos pavimentos aglomerados de ciudad, pedreras enterradas bajo cubas de cemento, techumbres de uralita... En fin, la norma urbanita llevada a las caleyas también.

seguro que cavilando los dos putsinos en cómo pasar el invierno también...

El chavaíru (antes, el tsavaíru): el lugar de información al día...

Con relieve especial destaca en el centro del poblado el tsavaíru: un espacio junto a la fuente que conserva toda la estructura del lavadero común: arriba, la fuente con dos caños (el agua de Castro y el agua de Fueyo): y el bebederu del ganao (un abrevadero de varios metros de lago en escuadra.

Bajo la techumbre, las dos partes del espacio para lavar: una, la mayor para enjabonar (enxabonar la ropa), la parte de abajo; y la de esclarar (aclarar, pasar la ropa por agua fresca y limpia), por tanto la parte de arriba, según viene el agua directa de los caños.


Nel chavaíru'l pueblu:
gabinete sicolóxicu en so tiempu
,

Conversar al son del agua y de los paxarinos pe las xebes d'alreor

Resulta curiosa la costumbre del tsavaíru: lo siguen usando algunas muyeres más cuidadosas del pueblo, a pesar de que tienen lavadora en casa; dicen que el agua lava mejor, no estropea la ropa delicada, relaja lavar al sonido del agua que fluye.

Hablan las muyeres con el vecindario que pasa durante ese tiempo, controlan el movimiento del pueblo (coches, turistas...). En fin, aquel sistema de comunicación de un pueblo sobrevive en el dosmil gracias a las muyeres actuales del lugar.

En realidad, el chavaíru de Herías (desaparecido ya en tantos otros pueblos) mantiene uno de los sistemas más completos de comunicación de un poblamiento tiempo atrás: hablaban las muyeres, al son del chorro de la fuente, y al murmullo intermitente del chapoteo de la ropa entre las aguas abundantes de las pilas.

Hablaban, conversaban, se desahogaban, se informaban de lo que ocurría en cada casa, intercambiaban noticias, cotilleos del día... Un verdadero gabinete sicopedagógico, un auténtico y autóctono telediario rural muchos siglos antes de la tele...


El guchu, ya per diciembre arriba:
pal samartín...

La Iglesia de San Claudio: año de 1175 (bien a la vista está la fecha tallada en piedra a la entrada principal...)


La fecha de 1175,
aunque rellenada con pintura blanca
sobre la piedra sillar tallada a mano
(otra obsesión más por romper la armonía de un entorno) .
Bien a la vista en la entrada principal

Interés especial reviste La Iglesia de San Claudio: en una piedra lateral, a la derecha del pórtico de entrada, se lee tallada en un recuadro la fecha de 1175. Es más, algunos otros símbolos en las piedras que rodean la fecha indican que todas ellas proceden de otra edificación anterior, reutilizadas en la última reconstrucción.

La iglesia de "San Claudio de Erías" se cita en sucesivos documentos escritos, a partir del s. X, pero sin duda que la originaria no era la estructura actual, por supuesto. Y los letreros de los carteles colgados del poste correspondiente, informan con letra clara de las circunstancias y vestigios centenarios en torno al edificio:


(hoy todos estos vestigios,
adecuadamente informados,
están sepultados bajo cubas de cemento)

Se trata de un edificio en piedra, ahora en su mayoría revocada tras sucesivas reformas. Todo el pórtico conserva perfectamente los rosetones y dibujos de artesonado construidos en el suelo con uniformes piedras de río, de las que cada una a penas difiere en tamaño y equilibrio de su vecina. Las últimas reformas importantes de la estructura medieval se datan en torno al s. XVI.


La Güesera (derecha de la puerta posterior), en una foto tomada antes de que las cubas de cemento fueran esparcidas sobre las losas de las tumbas, las praderas y los caminos que rodean la iglesia medieval.

A la derecha y a la izquierda de la entrada principal en arco labrado, se conservan igualmente, dos gruesas pilas de agua bendita, talladas en caliza y muy pulidas por los feligreses en el tiempo. Con el mismo estilo y calidad de talla, sigue en la sacristía la pila bautismal. En torno a la iglesia se realizaban las procesiones por las sucesivas fiestas del pueblu a lo largo del año: El Corpus, el Ocho setiembre, Sanantonio.

En fin, se diría que la iglesia se levantó en continuidad con el monasterio de Santolaya, hoy reducido al Casón (conjunto extenso y alargado de casas y cuadras, relativamente conservadas); y con un posicionamiento propio de las iglesias medievales: en un rellano en alto, vistoso, desde el que se controlaban todas las fincas sembradas del pueblo, como recuerdan los nombres; es el caso de La Güerta'l Cuertu, El Cuartín, La Iría, La Tablá, La Yana, Las Cuestas, La Güertancima...


Faciendo senda ente la nieve:
la hora inexcusable del ganao;
pa los campesinos
nun hay días malos nin buenos:
hay tsabores que facer,
sin más trabas, nin pegas, nin excusas...

La Güesera: el silencio y el respeto milenario de tantos paisanos y paisanas hasta la fecha

Interés etnográfico semejante conserva La Güesera: pequeño recinto cerrado en la parte posterior del templo, la que da al oeste (derecha entrando a la iglesia por esta puerta trasera). Según la voz oral de los mayores, en el pequeño trastero se echaban los huesos que iban apareciendo en el entorno de la iglesia, especialmente en el rellano ante la puerta principal.

Se decía que había que respetarlos, pues eran de los antepasados del pueblo. Y, a su vez, el pueblo y la iglesia siempre se relacionaron con un monasterio en Santolaya, no por casualidad, sobre Viñamayor (la viña mayor, que dice el nombre).


pero los años pasan tamién pa los caballos
"Una xebe, tres años;
tres xebes, un pirru;
tres perros, un caballo;
tres caballos, un paisano"

Una anécdota recuerdan muchos nativos del lugar hoy: siendo niños y xugando pe las caleyas, se tenía mucho cuidado de no esconderse en La Güesera, pues tal era el respeto que se tenía a los muertos que recordaban aquellos güesos allí recogidos (como estaba muy oscuro nadie los recuerda, claro, ni tampoco se atrevería nadie a comprobar demasiado cómo estaban aquellos güesos misteriosos).

Más aún, los mozacos procurábamos pasar muy poco por esta parte del pórtico: la puerta siempre estaba cerrada y producía mucho respeto. Más aún, coincidía la circunstancia de que las curuxas (las lechuzas) pernoctaban por el invierno en la viga grande de esta zona del pórtico, por lo que de noche hacían ruídos especiales. El respeto a media noche podía causar más de un insomnio alguna vez...

(continúa la historia de las caleyas en Herías...)

Para más información, ver
Diccionario Geográfico de Asturias.
Ciudades, villas y pueblos.

Editorial Prensa Asturiana.
Colaboración de Julio Concepción Suárez.

C) Algunas referencias bibliográficas:

  • ÁLVAREZ MAURÍN, Mª del P. (1994). Diplomática asturleonesa. Terminología toponímica .- Universidad de León

  • Díaz Palacios, Elena (1991). "El monasterio de Santa Eulalia de Herías", en Repoblación y Reconquista. Actas del III Curso de Cultura Medieval (pp. 243-247). Centro de Estudios del Románico. Aguilar de Campoo

  • Ferrer Valero, Sandra (2016): Mujeres silenciadas en la Edad Media. Punto de Vista Editores.

  • García de Cortázar, José Ángel y Ramón Teja (coordinadores), (2017): Mujeres en silencio: el monacato femenino en le España medieval. Edita Fundación Santa María la Real del Patrimonio Histórico. Aguilar de Campoo. Palencia.

  • García de Cortázar, José Ángel y Ramón Teja (coordinadores), (2018): El monasterio medieval como célula social y espacio de convivencia. Edita Fundación Santa María la Real del Patrimonio Histórico. Aguilar de Campoo. Palencia

  • Morgan, Gwyneth (2015, 7ª reimp.): La vida en un pueblo medieval. Edita AKAL Historia del mundo

  • Torrente Fernández, Isabel (2006): "El monacato en el territorio de L.lena: sociedad y poder". En Territorio, Sociedad y Poder, Nº1, 2006 [pp. 221-238].


    Inolvidable, el caballo, El Rubio: símbolo del tiempu que permanece tamién: pa eso están los medios dixitales, pa facer global la otra historia que sólo paez local; irrepetible el tsiñiru, los mozaquinos al fondu (hoy bien mozos...), el columpiu que sobrevive tal como taba (el únicu ya en su sitiu...). ¡Cuántas veces, cuantos miles de veces..., diría y vendría El Rubio a L'Esbitsón!

    La casa'l monte:
    L'Esbitsón,
    L'Esbichón (hoy para casi todos ya)

D) Webgrafía:

LOS CONDES “DON FRUELA” IV. Monasterio de Santa Eulalia de Herias. Lena | El Castellum. Pendilla de Arbas (wordpress.com)

E) Algunos documentos escritos a mano:

Otros enlaces:

O simplemente por aquello de que:

"Lo universal
es lo local sin paredes"
(Miguel Torga).

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