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Palabras clave, tags: El Quentu, La Frecha, La Barraca

Un resumen publicado ya en el libro
Por los pueblos de Lena
(pp. 219).
Xulio Concepción Suárez.
HiFer., Oviedo, 2014.


Foto de Pepe, prestada por Neni

El Quentu:
un poblado en un lugar saliente,
al par del camino antiguo por el valle

Casa entre La Barraca y Renueva, en el antiguo camín real de La Frecha hacia Payares. Situada en el pequeño cantizal entre la cerrada curva del camino (carretera vieya) y La Cantera, justifica sobradamente el nombre: lugar en alto, divisorio de dos laderas contiguas, vistoso, soleado en ciertas épocas, expuesto a los vientos también, con el agua del río cerca....

El Quentu debió ser lugar de paso importante en el camino antiguo del Payares, en el lugar estratégico para salvar las pendientes y cantizales de la ladera sobre la margen izquierda del río. Se conserva la casa hoy mismo, si bien transformada con los tiempos, que recuerda con sus anexos para el trabajo del campo, antes; y con las tierras sembradas, pumaradas..., por toda la margen izquierda del río Valgrande; antes, río Lena, como atestigua Reguerechena (la reguera del río Lena, río Chena) que desciende del Esbichón por La Barraca.

No por casualidad, justo al lado, en La Barraca está La Casona, con arraigada tradición de posada, parada..., de viajeros, arrieros...; lo mismo que un poco más abajo, en El Barrio, o en La Casa Dulia de La Frecha. O, más arriba, en Renueva, La Pará, en Malabrigo...

O en Vegavieyos, no por casualidad, de nombre bien descriptivo: la vega de los caminos vieyos, es decir, la concentración, el descenso al valle, de los caminos antiguos que habían de ir más altos, a media ladera, cuando los valles estaban inundados por los ríos, desbordados, llenos de biscajes y malezas. Intransitables.

Una vez mejorado el paso por el valle, canalizadas en parte las aguas, roturados los bosques, trazados los pasos por las pendientes y las peñas, los caminos fueron ya posibles al lado de los ríos, si bien a una distancia de las aguas, al borde de las vegas.

Es el caso de Vegavieyos, hasta con su posada y todo, por precaria que resultara en su tiempo: Malabrigo, de nombre evidente, un mal abrigo, pero que no había otro mejor entonces. Queda allí el caserón destartalado, que hubo de servir a los transeúntes del Payares entre La Frecha y Fierros por muchos siglos.

Todas estas casas, caserones..., a uno y a otro lado del Quentu, conservan, aunque muy transformados, abundantes signos camineros, posaderos, arrieros..., en la estructura: muros de piedra sólidos, corrales, soportales, bebederos de piedra, puyos interiores para los pesos que transportaban los arrieros en sus caballerías; y cuadras para caballos, con payares amplios, algunos con ahumados, cebatos, tablones...; signos evidentes de haber servido de cobijo a viajeros en carretas, xarrés, diligencias, caballerías..., hacia la Mesta Castellana y tierras leonesas, muchos siglos antes de carreteras y vías del tren.

En fin, el lugar del Quentu actual, supondría un espacio habitado, cultivado, que habría servido, a su manera, para colaborar en el mantenimiento de todo este tramo de albergues, posadas..., a la falda del Payares, ya en los mejores espacios del valle, una vez pasados los estrechamientos y peligros del río, que supondrían las pendientes hasta Fierros.

Habría que producir pan, leche, mantegas, castañas, carne, frutales... Y todos los pueblos y caseríos colaborarían en ello, por pequeños que fueran, al tiempo que sacaban beneficios de sus productos a la venta. En ocasiones, comenzando por simples tierras sembradas, en torno a un pequeño caserío con sus anexos para aperios y ganados; luego, muy ampliado con el tiempo, mejorado...

El caso es que entre Renueva y Campomanes, el valle de La Frecha resultaría muy práctico para los viajeros, como ya documenta el mismo Jovellanos, pues en los altos del Payares serían muy incómodas las posadas. Y así dice el ilustre gijonés en uno de sus viajes:

"Estábamos en Pajares el 15 [de noviembre] antes del mediodía… ¡Qué frío hace! Estas malditas posadas todas pecan de desabrigo. Escribimos con luz artificial, calefateamos las ventanas, hacemos cortinas de los capotes para tapar las rendijas, y nada basta. El tillado, que está sobre un portal abierto, no tiene barrotes, y entre tabla y tabla puede pasar una nuez [...]. Es preciso formar un proyecto de mejorar las posadas interiormente… ¡Qué mayor caridad!" (JOVELLANOS, G. M., Diarios, V, op. cit., 1956, p. 122.).

En fin, todas estas posadas de La Frecha, a uno y a otro lado de La Casa'l Quentu, tan seguidas unas de otras, si bien en parte sombrías en invierno, atestiguan unos poblamientos muy hospitalarios en tiempos de andar a pie, en caballo, en carros, en carretas, con ganados... Las fértiles vegas de Renueva, Santolaya, Las Espalaínas, El Llerón, La Senra..., supondrían el sustento para mantener las posadas durante tantos siglos, antes de los motores, las carreteras, el ferrocarril..., ya por el s. XIX y XX..., arriba...

El paisaje de todo el valle sería, por tanto, bien distinto al actual. La misma Cantera de Renueva habría supuesto un material imprescindible a la hora de construir las carreteras de piedra, las más antiguas, las de los carros, pues de ahí viene la palabra: la carretera se hizo para las carreteras y los carros (es evidente), no para los coches, por supuesto... (para los coches serían las cocheras después...).

En fin, quedan los topónimos para confirmarlo. Y quedan los pueblos, la memoria de los nativos, de los mayores..., para seguir estudiando, documentando en lo posible, pues escrito, escrito..., de los pueblos más pequeños..., hay muy poco. Demasiadas veces, nada.