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Gustav Schulze
en Los Picos de Europa
(1906-1908)

Elisa Villa Otero,
Enrique Martínez García / Jaime Truyols Santonja,
Peter Schulze Christalle.
Edita: cajaAstur (2006)
(V)

(Texto de la solapa del libro)

En el verano de 1906 un alemán llegó al norte de España dispuesto a estudiar la geología de ios Picos de Europa. Aquel joven era también un alpinista experimentado y esa afición le empujó a la conquista de las cumbres. Su ascensión al Naranjo de Bulnes, la segunda absoluta y primera en solitario, constituyó toda una hazaña y permitió que el nombre de Gustav Schulze permaneciese en el recuerdo de los montañeros españoles. Sin embargo, a pesar de que regresó a las montañas cantábricas en 1907 y 1908, poco más se supo de él. Sus estudios científicos quedaron envueltos en el misterio.

Cuando ya habían transcurrido ochenta años, dos investigadores de la Universidad de Oviedo tuvieron conocimiento de un hecho sorprendente: los cuadernos de campo del geólogo estaban depositados en una Universidad alemana, y en ellos se recogía el minucioso estudio que había llevado a cabo en los Picos de Europa y áreas vecinas. Al descifrar estos cuadernos, se pudo comprobar que los descubrimientos de Schulze se habían adelantado en muchas décadas a las investigaciones posteriores, y que, de haber sido publicados en su momento, habrían cambiado el devenir del conocimiento geológico de la región.

Junto a este impresionante estudio de la geología cantábrica, los manuscritos también contenían detalles de los itinerarios seguidos, las escaladas realizadas, e, incluso, las emociones experimentadas. Fue así como, tras años de análisis de los diarios, se pudo llegar a conocer con gran precisión el trabajo geológico y las actividades montañeras que Schulze había llevado a cabo en el norte de España.

Este libro presenta ahora un resumen, ilustrado con decenas de dibujos, de las exploraciones y los logros científicos alcanzados por Schulze en sus tres campañas en la Cordillera Cantábrica. Junto al relato de esos estudios, el lector también encontrará textos sacados de los diarios, en los que el joven cuenta sus solitarias andanzas, su trato con gentes diversas y sus conquistas montañeras. Uno de los capítulos reproduce un artículo, publicado en 1934 en la revista PeñaLara, en el que el propio Schulze cuenta la subida al Naranjo. Finalmente, el volumen da a conocer su legado fotográfico, una fantástica colección de imágenes de hace cien años (la mayoría, de los Picos de Europa), con las que el lúcido geólogo y bravo escalador se nos revela, además, como un fotógrafo extraordinario".


(contraportada del libro)

AGRADECIMIENTOS (pp. 10-11)

Una obra que ha tenido una larga gestación ha necesitado, por fuerza, de multitud de ayudas. Afortunadamente, el entusiasmo que la figura del Dr. Schulze ha suscitado en los que emprendimos la elaboración de este volumen se ha revelado como un fenómeno contagioso, de tal modo que las ayudas no sólo han proliferado, sino que, en ocasiones, se han adelantado a los requerimientos de los propios autores.

Debemos, en primer lugar, reconocer nuestra fortuna al haber contado con la comprensión y el mecenazgo de Cajastur, entidad que, una vez más, se convierte en patrocinadora de una obra dedicada a un tema histórico y científico relacionado con Asturias, y contribuye, de este modo, al enriquecimiento cultural de esta región. En la primera etapa de recuperación de la obra de Gustav Schulze, Enrique Martínez y Jaime Truyols disfrutaron de una ayuda de la Universidad de Oviedo para proyectos de temática asturiana (convocatoria del año 1990), gracias a la cual pudieron visitar varias instituciones alemanas e iniciar la labor de estudio de los cuadernos.

Retomada aquella idea en esta segunda y larga fase que ahora concluye, el trabajo ha sido apoyado de manera incondicional desde el Vicerrectorado de Extensión Universitaria, a cuyas últimas responsables (Isabel Carrera, Paz Andrés y Margarita Fuente) queremos expresar nuestra gratitud. Sin la ayuda de Cajastur y de la Universidad de Oviedo, por muy grande que fuese nuestro entusiasmo, nunca habríamos podido culminar el proyecto.

En ocasiones, si una obra compleja llega a buen término es porque ha contado con un buen espíritu en la sombra, que ayudó a que todo discurriese por los derroteros adecuados. Esas personas suelen desear permanecer en el anonimato, como, efectivamente, ha sido en este caso. Pero es a nosotros a quien corresponde ejercer la desobediencia y proclamar que la experiencia, el conocimiento y el buen sentido de Guillermo Mañana Vázquez han constituido pilares fundamentales de este trabajo.

Un descendiente de Gustav Schulze, Peter, ha trabajado intensamente en la elaboración de este libro con tareas y responsabilidad de autor, aunque detrás de él ha tenido a toda su familia, repartida por México y Alemania. Una buena parte de los datos obtenidos en el entorno familiar proceden del esfuerzo de recopilación que Walter (segundo hijo de Gustav) realizó antes de fallecer, pero los miembros actuales de la familia, encabezados por las dos únicas representantes de la segunda generación (la señora Marianne Schulze de Heinrich, hija mayor, y la señora Margarete Schreiber de Schulze, esposa de Walter), han ayudado de inumerables formas a que el proyecto fuese adelante.

De manera especial debemos mencionar a Erich (hijo de Ehrhart, el menor de los vástagos de Gustav Schulze), quien tomó sobre sí la pesada carga de transcribir una gran parte de los cuadernos que luego traduciría su hermano Peter. Carlos Schulze, hijo de Walter, también contribuyó a la recuperación de la memoria de su abuelo. El resto de los nietos y bisnietos apoyaron la obra con ilusión. Nuestra mayor satisfacción sería que todos los Schulze encontrasen el volumen que ahora se publica digno de la importancia de su antepasado.

El afortunado descubrimiento de los cuadernos del Dr. Schulze, base de toda esta obra, se produjo a través del Profesor Júrgen Kullmann (Universidad de Túbíngen), y, en una primera etapa, el estudio de los mismos fue posible gracias a la traducción que, con extraordinaria generosidad, realizó el geólogo Dr. Rolf Burkhardr. A ambos manifestamos nuestro más cálido reconocimiento

.La Biblioteca de la Universidad de Túbingen, cediendo temporalmente los cuadernos originales, el Club Alpino Alemán (DAV) de Munich, suministrando información en aspectos deportivos, y la Sociedad Alpina Peñalara (de la que Schulze fue socio de honor), facilitando la reproducción de artículos publicados en su revista, ayudaron a que el camino fuese mucho más sencillo y sólido. Úrsula Leppig, profesora de la Universidad de Freiburg, montañera y buena amiga, ayudó a interpretar los datos contenidos en los anuarios alpinos del club muniqués.

Los autores de un texto necesitan a menudo de un lector capaz de juzgarlo desde fuera y ejercer de cazador de errores. Contar con la buena voluntad y la generosidad de Pedro Miguel Sánchez para llevar a cabo una labor tan ingrata, ha sido una inmensa suerte. Montse Truyols y Luis Sánchez de Posada también se han prestado a realizar pacientemente esas importantes lecturas previas.

Muchos logros, difíciles de enumerar, han sido posibles gracias a conversaciones, sugerencias ayudas, y todo tipo de contribuciones desinteresadas de un gran número de personas. Debemos destacar a Lola Pereda, de Bustio, que nos abrió las puertas de la Fonda Velarde y de los recuerdos de Schulze que allí se atesoran, pero debemos continuar con una larga lista que tememos no sea completa.

Nuestro agradecimiento a Luis Manuel Rodríguez-Valdés, que hizo posible el milagro de poner en contacto a los autores españoles con la familia Schulze. Isidoro Rodríguez Cubillas, autor de libros de montaña y gran conocedor de los Picos, asesoró en la determinación de algunos itinerarios de escalada. Francisco Ballesteros Villar, también escritor y no menos amante de los Picos, así como la Agrupación Montañera Astur Torrecerredo y Julián Aguinagalde Pinedo, nos ayudaron a conseguir publicaciones esenciales.

La experiencia editorial de Maria Luisa Martínez Chacén fue fuente de continuos y útiles consejos. Los numerosos amigos del Grupo de Montañeros Vetusta de Oviedo soportaron interminables charlas, de las que salieron fructíferas ideas. Pepe Quintas dedicó su tiempo y buen hacer a la realizacién de los mapas. Angel Peré Vega restauró con esmero las fotos de Schulze. Jesús Manuel Blanco Otero suministró datos sobre los ferrocarriles que Schulze urilizó. Guillermina Mier y José Martínez Mier, de Bulnes, Manolo Maya, del periódico El Oriente de Asturias, los propietarios del Hostal Máximo, de Espinama, Ana, Iván, Nino y Ricardo, del Hotel Picos de Europa de Arenas de Cabrales, Celso Diego Somoano, cronista oficial Cangas de Onís, Ildefonso Noriega, del Grupo Peña Santa de esa localidad, Luis Gil, amigo y montañero, Manolo Garmilla, del Café Cares de Arenas de Cabrales, la familia Wences del Hotel Valdecoro de Potes, las propietarias del Mirador de La Franca, Nemesio Heredia, del Instituto Geológico y Minero de España, Germán Flor, del Departamento de Geología, y José Laudino Otero, facilitaron de modo decisivo la idenrificación de los lugares frecuentados por Schulze y de las personas y paisajes que fotografió.

Gracias a Joaquina Álvarez Marrén y Pedro Cózar, que desde sus centros de investigacién permitieron la localización y consulta de los volúmenes del Congreso de Estocolmo de 1910. También a Francisco Crabifosse Cuesta, que buscó tenazmente publicaciones antiguas que pudiesen reproducir fotos de Schulze. Y, finalmente, un reconocimiento especial a Lecia Otero Velasco, compañera infatigable en la búsqueda de cualquier rastro dejado por el personaje objeto de esta obra.

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Prólogo del libro:
por Guillermo Mañana Vázquez (p. 13)

Gustav Schulze, un desconocido geólogo alemán que viene a Los Picos de Europa, ahora hace un siglo, “para hacer una tesis”, y que, “de paso”, realiza la proeza de escalar el Naranjo de Bulnes, por primera vez en solitario, por una vía de ascensión nueva, en buena parte, y haciendo lo que en el argot montañero constituye “una segunda ascensión”. Eso es todo, o poco más, lo que sabíamos hasta ahora de este llamativo personaje y de su actividad en nuestras montañas. El resto es nebulosa, o, mejor dicho, un enigma.

Quiere la suerte, pero sobre todo el buen hacer, que los profesores Enrique Martínez García y Jaime Truyols Santonja encuentren y no por casualidad, sino como resultado de una búsqueda- los cuadernos de campo que en los Picos de Europa elaborara el doctor Schulze. Y también quiere la suerte que a este equipo se una, años más tarde, la profesora Elisa Villa Otero, en quien confluye la doble vertiente de geóloga y de apasionada del montañismo, y que acabará subyugada por la personalidad de Gustav Schulze.

Los autores emprenden la tarea de investigar a fondo una biografía prácticamente desconocida y de la que el tiempo parecía haber borrado toda huella, investigación que conlleva tanto la búsqueda y seguimiento de la trayectoria de Gustav Schulze, como la comprobación y análisis de todos los datos hasta hoy publicados, información ésta un tanto dispersa y, a veces, no muy ajustada a la realidad. Este trabajo, unido al estudio minucioso de los manuscritos de Schulze, ha dado como resultado una notable labor historiográfica, centrada fundamentalmente en las campañas de estudio de la geología de los Picos de Europa, sin descuidar la actividad deportiva o la descripción de los fuertes rasgos humanos del personaje.

A todo ello se ha de añadir la recuperación -gracias a la co­laboración de Peter Schulze Christalle- del archivo fotográfico que la familia conserva en México, una colección de imágenes, en su mayoría inéditas, realizadas por Gustav Schulze en el norte de España. Todas estas investigaciones han obligado a los autores -especialmente a Elisa Villa, la más proclive a ello por su faceta montañera- a recorrer el entorno de los Picos de Europa para comprobar e identificar cada dato y cada fotografía, o a internarse en lo profundo de aquella difícil geografía para rehacer los itinerarios que el geólogo alemán realizara durante sus trabajos.

A través de las páginas de este libro, los autores nos describen -con mano experta y de forma comprensible para los profanos- los estudios que el doctor Schulze llevó a cabo, revelando que fue un adelantado del estudio geológico de los Picos de Europa, al tiempo que un pionero en la utilización en España de técnicas y materiales modernos de escalada. Pero el doctor Schulze también es el primero en realizar una travesía completa de la Garganta del Cares, entonces sin cómodos ni fáciles caminos; y es quien nos lega la foto más antigua de Cain, o la más valiosa de un grupo humano en Bulnes. Y, así, un largo etcétera. De este trabajo surge la imagen de un verdadero gigante, a quien los desgraciados avatares de la historia de las primeras décadas del pasado siglo marginó a un silencio injusto.

A partir de ahora, y gracias a las reveladoras aportaciones recogidas en este libro, el doctor Schulze queda reconocido como uno de los grandes estudiosos y exploradores de los Picos de Europa, formando parte ya de esa indiscutible élite en la que hay que incluir, en primer lugar, a Casiano de Prado y al conde de Saint-Saud. Con esta obra no sólo se hace justicia a una personalidad extraordinaria, que dejó escritas páginas irrepetibles en la historia científica y deportiva de los Picos de Europa; también se hace justicia a la propia historia de nuestros Picos, que se enriquecen y engrandecen con una de sus páginas más bellas y luminosas: aquélla que en ellos dejara escrita Gustav Schulze.

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