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Los molinos de Xomezana

(Salvador Riera:
vecín de Xomezana)

En el alto Xomezana
calienta el sol con destreza,
exprimiendo los crestones,
que sujeta en su cabeza
El Picu Los Camparones.

Failo, pues, cada mañana,
sin pensar que es derroche,
cuando duerme la quintana,
siendo casi aún de noche.

Como perlas de cristal,
corren lágrimas por él:
ye agua pal manantial,
que nun ye ná en sin él.

Arroyan por El Forquéu
y llegan hasta Valverde:
agua pa apagar el fuéu,
agua que nunca se pierde.

Llega a Bobias cristalina,
baja suave y silenciosa,
de forma tan suaviquina,
y, como si nun lo quisiera,
sorprende a La Mayá Cimera.

Va alimentando las rosas
nacidas en primavera,
sin querer hacer siquiera
regueros en la pradera.

Quita a las vacas su sed,
da a lo xatos la alegría,
da color a la pradera,
y va llenando de verdor
a toda La Mayá Fondera.

Va llenando alrededor
el vacío que ha dejado
el agosto ya pasado,
cubriéndolo ya de verdor.

Va sin hacer ningún mal,
aumentando su caudal,
formando el hermoso valle,
y ajustándose de talle
pasa frente al Pibial.

Y en todo este devaneo,
mirando a Felguera en Río,
no olvida ni al Candaneo,
y empieza ya a hacer ruido.

Sigue el agua su camino,
acaricia sin cesar
las rocas que otro día
aquel verdor escondían,
y el agua supo sacar.

Más lejos buscando el mar,
aumentando ahora el ruido,
pasa per La Mayá'l Río,
y fay las truchas bailar.

Truchas que son de colores,
como si fuesen pintadas:
azules negras y encamadas,
salen de ellas resplandores.

Remansa el río en Sutiquín,
para así coger carrera,
y llegar a La Mortera,
sin pararse un momentín,
a pensar que deja atrás,
El Mantiguiru y Pontonciechas,
El Mayéu Brañechas,
y también Las Escolgás.

No se detiene un momento,
olvídase de caminos,
nun hay presas ni cemento,
tropiézase con molinos,
que no son aquí de viento.

Mueve el agua bien la rueda,
y no tiene sal marina:
gira fuerte el ruindu,
para sacar la fariña.

Del chugar de Xomezana
vienen mozas a moler
,
y sacos van carretando.
mientras sigue la rueda girando,
casi hasta el amanecer.

No se pueden descuidar:
el agua que tray el río,
nun se pue desperdiciar.
Queda escanda por moler,
y el río puede menguar.

Desperdicíalo ye pena:
son unos cuantos molinos
a preparar las fariñas
que mos fayen las güelinas,
mientras otras chavalinas
acairelan de Ruipena.

Más abaxo, hacia Pedreo,
suenan también los molinos,
y cantan los paxarinos
alegrando el acarreo.

Mueve el molín del Infierno,
y también el de Gonzalo.
El agua sigue corriendo
a estrellase en la Corrá,
y con la fuerza que baxa
fay royese en la Paraxa
el molín que allí mismo ta.

Hay una fuente preciosa
nel molín de la Corrá.
Desi agua yo tomé,
y siento envidia cariñosa,
que una fuente tan hermosa
nun té nel de Salomé.

Toca el molín de la Riestra,
y sin torcer un pizcu el focicu,
pasamos pel de Sabel,
y chegamos al Praícu.

Acabamos de esta manera
contando hasta 16,
con el molín de La Mulinera.

Choca el agua con firmeza
contra el aspa que no cesa,
dando vueltas tan hermosas.

Gira piedra contra piedra,
expulsando de entre las rocas
la fariña que más tarde
alimentará las mozas,
junto al fuego y con la abuela,
que prepara en la cazuela
un manjar para premiar
los esfuerzos de bajar
y saber aprovechar
la energía sin perdela.

Peléanse los mozacos
por arrañar la cazuela.
Nun hay manjar que supere
fariñas tan bien fechas por l'abuela.

Fechas por unas manos de plata,
por los años que ella tiene,
por el agua que llovió,
por el caudal de ese río
que en la época de frío
tanta energía nos dio.

Hay que dir a Xomezana:
esto nun se pue perder.
Oyer tocar las campanas
y a los molinos, ver moler.

Ver La Pena La Portiecha
y tamién los Camparones.
Probar esi pan d'escanda,
y un poco de sidra dulce.

Dar una vuelta pol pueblu,
visitar La Panerona,
y llevar un buen recuerdu,
a sabiendas que esto ye
un rincón de nuestra tierra
que bien val andalu a pie.

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