Costumbres, tradición, gastronomía, trabajos rurales, vida vaqueira, saber popular

Etiquetas, palabras clave, tags: ciclos, programas, toponimia, paisaje, Real Instituto Estudios Asturianos, investigación, divulgación

Porque, y en palabras de Nietzsche:
"La historia es el presente"

Ciclo de Conferencias
sobre paisaje y toponimia:
Real Instituto de Estudios Asturianos
(2).
marzo, 2021


Foto: la cabana tapinos de siempre nel puerto

A) El título de las xornadas: comenzando por el paisaje

Titulamos estas charlas con “el paisaje” porque creemos la mejor forma de definir, en estos tiempos de tantos cambios, esos espacios que cruzamos tantas veces, y sobre los que nos hacemos tantas preguntas o discutimos de paso el estado en que se encuentra: estampas espectaculares, estampas lamentables en ocasiones...; pero con nombres en cada caso, que hasta se nos ocurre discutir por su sentido tal vez también al tiempo que caminamos.

Porque el paisaje que contemplamos no tiene límites ni siquiera en las referencias de las palabras: pasamos por calles caleyas, ciudades, montes..., regionales o mucho más allá de estas montañas, y vamos asociando formas geográficas por otras rutas pateadas; incluso asociamos topónimos con formas parecidas: El Fontán, El Gamoniteiru, Brañagallones, Ferreirúa, Buferrera, As Rías Baixas, Tras os Montes, La Bonaigua, Vaqueira Beret... Todos nos suenan a algo.

B) Porque cuatro güeyos siempre vieron más que dos...

Y, si vamos en grupo, la lectura compartida del paisaje se multiplica: uno descubre una planta rara, otra recuerda un topónimo, antropónimo..., que se relaciona por algo con el que vamos pisando ahora... Y así intentamos asociarlo por la semejanza de las palabras: por la raíz, por los morfemas, por algún apellido que pudiera recordar algún protagonista humano que le haya dado el nombre... Marjoles: pues, Marjolis en Francia...

El caso es que vamos leyendo paisajes y palabras a un tiempo y de forma compartida: interactiva, que se dice ahora. Famoso es el dicho: “cuatro güeyos siempre vieron más que dos...”.

En el mismo viaje, vamos a volver con la mochila virtual -de la retina y del palabreru- mucho más cargada: el paisaje se agrandó, se salió de la senda de siempre para convertirse en una especie de archivo asociado a cada palabra que fuimos comentando, a cada palmo de paisaje por el que tantas veces habíamos pasado, pero sin la mirada multióptica de cada componente del grupo ahora.

O compartiendo topónimos en las rutas virtuales de los tiempo (a falta de otras más presenciales) en webs, blogs, foros virtuales, redes... Destacan esos programas de radio (RPA), como “La radio es mía” (de Pachi Poncela y Sonia Fidalgo); o “Un buen día para viajar” (de Pablo Vázquez), donde intentamos responder a topónimos tan gratos como esos que no aparecen analizados en ningún diccionario (los más atractivos, por tanto): Tospe (Parres), Rayoli (Piloña)... Muchas vueltas puede llevar la etimología posible de algunos...

C) Objetivos de las charlas

  • leer el paisaje asturiano con las palabras que fueron utilizando los nativos y pobladores de paso desde tiempo inmemorial: ellos son los emisores de sus topónimos en cada etapa de poblamiento, por mucho que los hayan ido modificando en lo fónico o en lo semántico, a medida que los iban cambiando de uso o de producto.

  • valorar la importancia de la investigación toponímica de equipo, en grupo -o en grupos- de trabajo: los trabajos interactivos, multidisciplinares, colectivos.., ofrecen muchos datos más que los individuales, los de aficionados, investigadores aislados;

  • agradecer a los montañeros y montañeras respetuosos con las palabras que pisan su oportuna labor de recogida de topónimos perdidos de senda en senda, en unos tiempos en que que se van cerrando tantas puertas de cabanas y cuadras:

  • responder en lo posible a las preguntas de los medios digitales: webs, blogs, foros virtuales, redes, RPA, TPA, correos electrónicos, wasapp; cada uno escucha nombres distintos para un mismo punto del terreno, picacho, arroyo, peña...; con los datos de todos podremos precisar más la localización, el significado de cada paraje concreto; “cuatro güeyos siempre vieron más que dos...” -dice el refrán;

  • animar a la discusión en equipo -en estaferia comunal a la antigua usanza- del significado posible, los referentes geográficos, la etimología supuesta..., de esos topónimos que cada uno encuentra por el monte o por las caleyas, pero que no aparecen analizados en otras publicaciones; o que aparecen, pero que no cuadran con la morfología del paraje;

  • prevenir, en lo posible, la contaminación toponímica irresponsable: la interpretación caprichosa, sin consulta alguna a los lugareños, de un topónimo que deforma hasta tal punto que nada tiene que ver con la referencia inicial; sirva el ejemplo de la fusión inicial de palabras (palatalizadas a veces), cuando sólo se trata de un artículo separado del sustantivo correspondiente: La Col-lá *L.lingleo (La Col.lá L’Ingleo); La *Langosta (La Angosta); *L.lamorgal (La Morgal, El Morgal); *Ll.igüeria (La Güeria, L’Agüeria, L’Igüeria); *Cerreos (Cerreo, Pena Cabello); *La Llunal (L’Ayunal)...

  • reconstruir la verdadera intrahistoria del topónimo: apuntar, indexar, añadir, completar..., los nombres que se fueron dando en el tiempo a un mismo lugar del terreno; ellos describen la sucesión de funciones que cada paraje desempeñó para cada usuario que lo usó con objetivos distintos;

  • valorar la innovación toponímica que puede suponer la creación de un nombre nuevo, donde no había otro antes, porque no tenía un uso específico hasta ahora (caso de la espeleología, la escalada, los rescates de los abismos...); por suspuesto, sin sustituir, quitar, deformar a capricho el nombre que tenía; La Cueva Tito Bustillo sería un buen ejemplo: alguien la descubrió que bien merece el topónimo para su historia posterior;

  • confeccionar un diccionario etnográfico con todos los nombres incluidos antes del topónimo actual: Cosas y nombres de las calles de Oviedo, de Tolivar Faes, es un buen ejemplo de ya hace años, aunque no fuera su objetivo específico la etimología.

  • distinguir entre predar / depredar: tomar del paisaje las palabras necesarias para entenderlo, patearlo, disfrutarlo, compartirlo en forma presencial o dixital, lo mismo da; pero no depredar: manipularlo, contaminarlo, deformarlo, trasmitirlo en formas engañosas, con las palabras también. Predar no es depredar, con las palabras del paisaje incluidas.

D) El lenguaje del suelo, el lenguaje toponímico

Las palabras del terreno -sustantivos, adjetivos, sobre todo- recubren cada paisaje local, regional…, como forma de comunicación milenaria entre los nativos y pobladores de paso por un territorio, al lado de otros tipos de lenguaje en cada lengua: lenguaje artesanal, uso común, uso culto, científico, técnico, informático, gastronómico, deportivo, religioso

Por tanto, los topónimos de cada palmo de terreno habitado, pisado, usado…, suponen un imprescindible documento, a la hora de interpretar la vida de cada poblamiento en su pequeña o larga historia desde los preindoeuropeos a nuestros mismos días (unos -20.000 años, dice el francés Éric Vial).

Pues, hoy mismo, se siguen identificando con palabras los nuevos espacios adaptados a las funciones de los tiempos (L’Aparcamientu, La Rotonda, El Campo Fúbol, La Estación, L’Apeaderu, L’Ambulatorio, La Residencia, El Merenderu, L’Hotel, El Basureru…). A veces, major los dos nombres: L’Aparcamientu Buferrera, Bujerrera (que quede claro lo del fierro, por si acasu...).

Y así, van surgiendo los problemas de interpretación, selección, fijación, discusión de topónimos con más preguntas diversas que soluciones concretas: ¿cuál es el verdadero nombre del paraje?, ¿qué significa este nombre concreto?, ¿por qué en el pueblo vecino tiene otro distinto?, ¿con cuál nos tenemos que quedar?, ¿hay uno más verdadero que otro?, ¿pueden convivir dos topónimos para un mismo picacho, mayada, roca?... Mejor las soluciones incluyentes, inclusivas, en el lenguaje toponímico también.

Y preguntas semejantes que intentaremos ir, por lo menos, tratando de responder de forma incluyente en cada caso: no son todos iguales, por supuesto (Urriellu, Naranjo de Bulnes, L’Alto’l Palo, La Cuvilla, El Picu’l Paisano, Campigüeños, La Becerrera San Pedro, El Picu l’Home, Pena Cabello, La Cuesta’l Caballo…; Oviedo, Xixón, El Monsacro, Campa la Ovia, Peñanes…).

Porque, la historia es el paisaje, ciertamente

Por citar sólo algunos: todo un libro de muchas páginas se podría construir -reconstruir, leer, interpretar- entre unos y unas cuantas, sólo sobre un único topónimo con tantos cambios, acepciones, interpretaciones…, con los siglos, los usuarios y los usos de cada paraje concreto. Porque, como decía Nietzsche, ciertamente:

"La historia es el presente",

que, incluso podríamos traducir a nuestro modo en "la historia es el paisaje", pues en cada palmo de paisaje presente, a la vista hoy, bajo el nombre que tenemos delante -leemos, escuchamos- late toda una larga historia de vida habitada invisible a primera vista: productos de antaño, arbolados desaperecidos, aguas extraviadas, costumbres que cambiaron, remotos cultos a divinidades olvidadas, nuevos cultos cristianizados...

E) El lenguaje en el tiempo: sincronía y diacronía toponímicas

F) Unas charlas, por tanto, sobre unos espacios concretos analizados con tecnologías digitales diversas

  • La toponimia minera. Es el ejemplo más claro de la necesidad -la urgencia- de construir un diccionariu toponímicu mineru -que ya tenemos en marcha-, con la historia acumulada de todos los nombres que tuvo una mina desde que se abrió hasta que se cerró; de otra forma se desconocería en el futuro los productos que dio esa mina con los años, la importancia para la zona, o los peligros que quedaron enterrados cuando dejó de producir.

  • Las toponimia documental que se deduce de un coto en el medievo del Monsacro. Otro ejemplo imprescindible a la hora de estructurar los nombres que confluyen en un monte, a partir de un documento medieval: toda una historia de transformación de cultos precristianos para la investigación en el futuro. Hasta la misma voz Oviedo pusiera estar incluida en la estructura de las divinidades circundantes.

  • La geolocalización toponímica de un pueblo somedano. Un ejemplo muy preciso de geolocalización de cada tierra, prau, finca, monte, casa, cuadra... del pueblu..., por un nativo que hoy traduce el paisaje toponímico completo a los mapas digitales.

  • La informatización etnotoponímica en un proyecto concreto: RAÍCES, en el vecino territorio de Sayambre. Otro ejemplo muy completo de un proyecto toponímico colectivo: cada topónimo del pueblo y de aquellos montes, con el uso que le dieron los pobladores con los siglos. Y, todo ello, a los mapas digitalizados también.

G) El lenguaje toponímico minero: los nombres del terreno y los nombres superpuestos (las concesiones mineras).

La toponimia minera, el lenguaje toponímico que se fue sucediendo en un paraje donde hubo minas, pozos, travesales, lavaderos..., supone otro ejemplo muy completo de la necesidad de resumir todos los nombres que se fueron sucediendo sobre ese espacio concreto: desde que se abrió la bocamina hasta que se tapó, si acaso, o se hundió por dentro, una vez cerrada la explotación. O se recubrió de césped, de vistosa pradera, de arbolados..., disimilando todo resto de la explotación anterior.

Incontables sería el repertorio de consecuencias negativas si se desconocieran los usos que ese espacio tuvo con anterioridad, a veces, desde milenios atrás: pérdida del sentido original del topónimo; olvido de las cualidades del suelo productivo, antes de las minas; desconocimiento de su historia económica: tipo de mineral, empresas que lo fueron explotando, cantidad de productos, personal humano en los trabajos...

Y tantos peligros que se pueden ocultar bajo unas preciosas camperas falseadas con pradera artificial: debajo puede haber huecos en el interior explotado; aguas estancadas, falsas bóvedas; peligros a la hora de levantar edificaciones, nuevas estructuras empresariales... Los años pueden olvidar todo esto, si no quedaron los topónimos (internos o externos, locales o extranjeros) para atestiguarlo.

En fin, en el diccionariu toponímicu mineru, en el que seguimos trabayando por zonas, tenemos en cuenta todo estos en lo posible: los nombres que se ocultan bajo cualquier nombre; y, si ye mineru, en especial. La minería de Picos de Europa ya se trató en las jornadas de toponimia del 2019. Y la minería de Langreo y alrededores, la intentamos en estas mismas jornadas. Seguiremos con el proceso.


Foto: la arrancaera del puerto, ca fin de semana a casa