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La vieya de Xubiles

Más leyendas lenenses,
publicadas en el libro:
Por los pueblos de Lena,
Ayuntamiento, Hifer, 2014
(pp. 548-559).
Xulio Concepción Suárez
.

Anotación previa.

Otra leyenda lenense circuló por los pueblos de Lena, recogida a tiempo por Nuevo Zarracina, entre otras costumbres asturianas. En este caso, se funde la creencia mitlógica en el poder de los rayos y las tormentas tradicionales sobre la Penasca Xuviles, con el poder de la literatura oral, los cuentos, las voces de los mayores a la hora de dormir, sobre todo, en noches con tanto miedo al las tormentas. En la cabana de Xuviles resuenan especialmente.

La trama de la leyenda se asienta sobre la más generalizada del tesoro escondido que podría rescatar sin alguien desencantara la persona escondida. La costumbres pastorial amoroso entre el joven vaqueru y la moza, que resultó ser xana, van entreteniendo a mozacos y mozacas de forma que se vayan durmiendo al tiempo que pierden poco a poco el miedo a la tormenta.

Resulta de interés el dato que me aporta Gelín el de Nides, nativo de Herías y con arraigada infancia en la cabana Xuviles por tradición familiar paterna. Dice Gelín que, siendo ellos guajes, xugaban con el eco de la montaña repitiendo con ilusión aquella frase mágica, para que resonara de valle en valle, cada vez más alejada:

"¡¡¡ Vieya..., vieya..., vieya...!!!

Y esperaban muy atentos a que la montaña les respondiera:

¡¡¡ Ya..., ya..., ya....!

Una vez más, la tradición oral de los mayores nos sigue ilustrando con aquellos recursos familiares para casi todo, tantos lustros antes que las tecnologías ausiovisuales posteriores: sin libros al alcance de cualquiera, sin radio, sin tele, sin móvil...; pero con imaginación: los güelos y las güelas se las ingeniaban hasta para dormir a nietos y nietas, incluso, en los peores días de truenos, rayos y tormentas... A lo peor, hoy mismo otros y otras del milenium siguen sin conseguirlo...

Leyenda asturiana, recogida
por Daniel G.  Nuevo Zarracina

"Noche cruda y pavorosa. La nieve descendía en fantásticos torbellinos, cual danza macabra de blancos espectros. Rugía con ensordecedor estruendo el trueno. Acuchillaba las negruras de la noche la zigzagueante luz de los relámpagos. Ululaba el  viento haciendo temblar las puertas y el río imponente y bravo con su enorme caudal de aguas amarillentas y fangosas rugía con saña sin igual.

Ateridos de frío quejábanse los mastines respondiendo así a los siniestros aullidos de los lobos hambrientos.

-El río tropieza en el puente y llega hasta el camino- dijo Sinos.

Abrimos la pequeña ventana y una ráfaga helada de viento huracanado, nieve, lluvia y monstruosos rumores de tormenta penetraron en aquella cocina aldeana.

Era imponente el paisaje. Maravillosamente imponente contemplado en plena rudeza a la claridad cegadora de los relámpagos. El río saltaba sobre las peñas con duros y secos tableteos, formando amarillentas olas que semejaban monstruosas jorobas de fantásticos paquidermos revolcándose en  loca zarabanda entre la turbia corriente.

Con trabajo cerramos la ventana y ateridos de frío y temblando de miedo volvimos a sentarnos al  amor de la lumbre, cuyas lenguas de fuego trepaban por la humosa chimenea, formando alucinantes caprichos goyescos.

A cada golpe del trueno la tía Virginia santiguábase devotamente exclamando:

-¡Jesús, María y José¡ ...Santa Bárbara bendita nos valgas…

Sinos leía, María tejiendo los primores de un chaquetón de estambre, acercaba de cuando en cuando los dedos entumecidos por el frío a la lumbre, Queta y Mercedes cabeceaban dominadas por el sueño y Lucio que se entretenía en sacar un enredoso solitario, soltaba de vez en cuando un chiste que era denosamente celebrado por todos. De pronto alguien inquirió:

-María… ¿Por qué no nos cuentas una historia de les que tu sabes?

-¡Home….dexaime a  mí de historias¡

-Vamos mujer hay que ser complaciente.- dijo la tía Virginia.

Y  su voz suave y amorosa, plena a veces de picarescos decires, comenzó a modular la leyenda:

-Muy cerca de La Frecha  hay un mayau que se llevanta sobre Erías. En esi mayáu  existe una peña muy grande y muy blanca que i llamen la pena Xubiles. Yo nun sé lo que en ello pué haber de cierto, pero diz la xente de toos estos pueblos de alreor que en la pena hay un encantu.

Allí vive una vieya encantá que según cuenten perende, encantáronla una vez que taba de “antoxos” y por eso mesmo siempre sei están antoxando sopes. El que se atreva a llevai un pletu d´elles romperá el encantu y será dueñu y siñor de los tesoros de la vieya.

Dicen los paisanos ya viejos, que según el llibru de las Ayalgas y las gacetas dellos tesoros que en una cueva, que tabía naide alcontró, tien la vieya de Xubiles el pelleyu d´un  xatu pintu llenu acorrompinéu de monedes de plata y oro, pulseres, caenes y más de quince mil diamantes mayores que nueces…

Enamoróse una vez un vaqueru de Malveo de una pastora hermosa como un sol., blanca como la lliche y roxa como les espigues del pan, que llindiaba vaques al par de la pena Xubiles. Llamábase Sol la vaquera y tenía los gueyos de color del cielu.

Xubía el vaqueru toes les tardes después de encerrar les vaques a cortexar la moza… Una tarde dixoi ella.

-Mira dientro de esa pena, hay una vieya encantá con un tesoru escondiu, ¿quies desencantala? Ansí después con tou esi dineral, podemos casamos mas aina…

-El casu ye …..- respondió él.

-Non mira, non tengas mieu,- dijo la moza- Dí alto muy alto: Vieya de Xubiles ¿Quies sopes?

Dixolo así el vaqueru y muy llene oyú quei respondíen:

Unes poques¡

El mozu aquel, fuerte como un roble, alcomenzó a temblar y rucar los dientes de mieo.

-Guelve a deciii: Ven a catales

-Home nun me atrevo…

-Amos anda…¡

De nuevo volvió a gritar y nuevamente se oyó la mesma voz, que dicia:

-¡Ven a dales¡

Oyóse un ruiu tremendu como si quixiese rompese la penasca. El vaqueru muertu de mieo miró a entrambos llaos y non alcontró la moza. Al vese solu alcomenzó a correr mayau abaxo como alma que lleva el diañu y nun paró  hasta su casa.

Cuentan los de Malveo que aquel vaqueru nunca en xamás de los xamases volvió a xubir a Xubiles, que ca vez que dende l.londe veía la pena santiguabase lo mesmo que si tuviese delante el diañu…

-Y colorín colorao esti cuentu ta acabau, ¿gustovos?

-Si pero oye María- repliqué- ¿y la moza?

-La moza…. ¡aquella moza yera una xana pos nadie volvió a vela por Xubiles l.lindiando vaques…¡

-¿y la voz que se oía?

-Mira que yes preguntón… ¡aquellas voces era la mesma del vaqueru que retumbaban en los penascos¡¡¡

El trueno seguia tableteando, el candilón de aceite comenzaba a parpadear y las llamas del llar ibanse amortiguando poco a poco.

-Bueno con esto y un bizcocho hasta mañana a las ocho- dijo Sinos

-Si ye verdá vamos toos pa la cama que ya va siendo hora- replicó Virginia

En toda la noche no pude conciliar el sueño. Los ruidos de la noche tormentosa y la célebre vieya de Xubiles había exaltado poderosamente mi  psique hasta el  extremo de hacerne exclamar a voz en grito.

-¡Vieya de Xubiles¡, ¿quies sopes?

Pero a mi solamente me respondió Lucio desde su cama con la cabeza escondía entre los embozos.

-¡¡¡Cállate y déjame dormir!!!"

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