Costumbres, tradición, gastronomía, trabajos rurales, vida vaqueira, saber popular

"El que lo sepa todo
que no venga a escucharme,
que no venga a escucharme .
Siempre he cantado para el que ha querido aprender,
porque yo aún aprendo del que me escucha,
del que me hace callar o no me escucha,
por eso digo:
el que ya lo sabe todo que no venga a escucharme,
que no venga a escucharme"

(Raimon)


José Antonio, Caty, Elena, Héctor,
en la cabina de la radio, en Mieres

A modo de autobiografía:
de paso por las aulas,
de senda en senda,
de paisaje en paisaje,
por cada entorno de turno

por Xulio Concepción Suárez

1. Porque muchas veces, las palabras no se las lleva el viento, por supuesto

Dicen en los pueblos que las cosas nunca se fayen solas: que hay que facelas... Y a la vista está. Se ve mejor cuando uno va volviendo la vista atrás, y se recuerda lo que se hizo, más que lo que no se pudo hacer. Pues también dicen los mismos paisanos y paisanas que caún fay lo que pue, y sobre too, lo que y-dexan facer... A la vista está, en unos casos más que en otros.

Y, ciertamente, así fluyen los años, el trabayu, los tsabores que caún tien encomendaos, o pa los que más o menos sirve. Pero casi nada se podría hacer si no es en comunidad, como en los pueblos también antes: las estaferias, las esquisas, las andechas comunales, las estayas en las distintas labores del campo o de la casa. Por eso hay pueblos que progresan más que otros: todo depende del grado de implicación en el trabajo comunal.

En mi caso concreto, mis pequeñas aportaciones a la enseñanza, al instituto, al conceyu Lena, a los estudios asturianos..., fueron posibles gracias a la colaboración de muchas personas, en unas u otras formas. No podría olvidar nunca aquellas puestas en escena de aquellas representaciones teatrales en la biblioteca, gracias a las manos de Marinero, de Julio el Conserje, de Pepe..., a la hora de montar el escenario, las luces, el mobiliario imprescindible... Algunas palabras y algunos hechos, nunca se los debe llevar el viento.

2. Por las pedreras y con las ferramientas de cada tiempo: aquellos ordenatas de los comienzos: los 286, los 486, los pentium...

Como sería injusto olvidar las insistencias tan pesadas con algunos compañeros y compañeras, con todos aquellos proyectos de moda allá por los años ochenta, con las novedades de la informática y los medios audiovisuales, que rompían los esquemas de la comunicación y el trabayu hasta la fecha. Sólo fueron posibles porque unos cuantos y unas cuantas arrimaban el hombro, a pesar de los pocos resultados inmediatos. ¡Quién se imaginaba entonces a dónde nos llevarían aquellos ordenatas picapiedra, con tantos problemas para manejarlos en aquellas fechas...!

Inolvidable la colaboración de Juan Noriega, Sira Casado, Nardy Ordóñez, Jenaro Fueyo, Don Leoncio, José Ramón Estrada (director a la llegada de los polémicos ordenatas)... Una larga lista que se fue completando hasta estos mismos días, en los que unos cuantos profesores y profesoras siguen colaborando en actividades de grupo, como se manifestó en el último libro del Instiuto con 65 participantes entre alumnos y profesores. Que no está mal para los tiempos que corren.

Y gracias a las nuevas ferramientas con los ordenatas aquellos, en algunas aulas se respiró otro ambiente por aquellos comienzos de los noventa: era la ilusión por trabajar de otra manera, con la facilidad que suponía el teclado para ver en la pantalla de inmediato la actividad realizada y su corrección de seguido: la redacción, el dibujo, el esquema, el diagrama, el examen...

Se fueron sucediendo así nuevas materias y programas para ESO y para DIVER de entonces: Informática, Técnicas de Estudio... Con tanta actividad en clase nadie se aburría, a veces hasta sin parpadear frente a la pantalla; o en el trabajo de equipo; como había pocos ordenadores, había que ponerse varios en el mismo, y dividirse las funciones: unos buscaban datos, otros los tecleaban, otros preguntaban al grupo vecino cómo hacían la actividad... Lo pasábamos bien con la novedad de aquellos tiempos.

3. En cada tiempo, las novedades al uso: siempre en el mismo carro compartido, y con ruedas que giran siempre hacia adelante

Se hicieron, se hacen cosas, en fin, y se seguirán haciendo, mientras haya personas con ilusión por el trabajo en común, cada uno con lo que puede y sabe, por supuesto: sin comparaciones tediosas, sin complejos frustantes, sin capillitas trasnochadas con pretensión de posmodernidad al estilo politizado tan abundante... Simplemente trabajo compartido y coordinado: las estaferias y andechas, las facenderas de siempre.

La teoría es muy simple: en sin comparase cun naide, vamos, como dicen en los pueblos. Caún y caúna que faiga o que dexe de facer, pero que nun estorbe nin delante nin detrás, vamos: como el perro del hortelano, que nin come nin dexa comer el amo. Compartir para aprender, aprender a cooperar - que se dice ahora, pero que se hizo muchas veces antes desde los griegos, por lo menos, a estos días..

Como fue y seguirá siendo, con recursos manuales o digitales, el modo es lo de menos. Los trabayos (o los trabayinos) van quedando a la vista y al servicio de todos, por si les sirven de algo: cada uno siempre hace lo que puede y lo que le dejan hacer. Nunca hay marcha atrás, ni para lo bueno, ni para lo menos bueno; ni para borrar ni para reparar, ni para hacer lo que se dejó de hacer en su momenmto. Ya lo decía Machado:

"Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace el camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino
sino estelas en la mar"

4. Empezando por aquel primer destino, las costas galegas más encrespadas de Fisterra y su bisbarra...

Ya desde los primeros pasos por aquellas lejanas aulas de Cée, Corcubión, Fisterra... (años setenta), tengo que agradecer la oportunidad de haber conocido muy de cerca las melodías de la lingua galega: la lengua de Rosalía, Celso Emilio Ferreiro, Méndez Ferrín... Y, sobre todo, de haberla compartido con aquellos mis primeros alumnos y alumnas por las aulas. Tuve la suerte (el honor) de haber escuchado la fuerza de una lengua madre en su riqueza milenaria. Como decía aquel joven Eladio Cambeiro Sambade (entonces ejemplar alumno de BUP, callado, inolvidable trabajador, hoy profesional de prestigio, como bien se merecía):

"Mire, profesor, enténdame: eu non podo facer os exames en castelán; eu teño que faceos en galego; eu non podo escribir ben castelán"

¡Qué gran lección, y qué oportunidad de sentir una lengua en vivo y en las aula! Y así yo le decía a Eladio en mi romance castellano, y pensando en mis problemas de guaje con el asturiano de la escuela en La Frecha, más de medio siglo atrás. Decía yo a Eladio: "Eladio, no te preocupes, tu escríbeme los exámenes en galego, que yo lo aprenderé de paso; y yo te hablaré en castellano, que tú lo agradecerás con el tiempo.

Pero, sobre todo, los dos pasaremos estos cursos muy agradable. Y así fue resultando: hasta creo que Eladio (de sobresalientes indudables), disfrutaba tanto en clase de Lengua como jugando al fútbol de lateral izquierdo, con aquella pegada impresionante que recorría el campo en incansable subir y bajar por la banda a la hora del recreo y los fines de semana. Lengua, deporte y aficiones: la mezcla perfecta.

Y así, fuimos comenzando, unos y otros, nuestras sendas de cambios obligados, inevitables, muchas décadas antes de las crisis recientes, nada nuevas por cierto (la palabra crisis sólo significa cambio). La migración lingüística saludable en cualquier tiempo. Siempre estamos de paso, antes y ahora, a poco que crucemos cualquier línea regional o cualquier frontera con aduanas o sin ellas. En el caso de las lenguas romances, con mucho menos problemas, por supuesto. Para eso late la conexión latina, el temprano romance medieval, en el fondo de todas ellas.

5. Aquellos incipientes concursos litterarios, con toda la riqueza literaria galega detrás

Y así fueron floreciendo aquellos versos juveniles con los más decididos animaban algunas mañanas las actividades más frías sobre los libros de textos o los apuntes. Como floreció aquel concurso literario en el Instituto de Cée, de tan buenos recuerdos en su conjunto. Inolvidables los poemas tan sentidos de Marisa Vázquez Oreiro en su entorno familiar más sensible por aquellos años setenta, tan marcados por la emigración y la vida labriega de moda:

El arado

Camina lento el arado,
abre el surco, lentamente.
Al fondo se van sudores,
lágrimas, lloros recientes.
Afloran sudores viejos,
penas ocultas, gastadas
de tanto penar. Las penas
no se erosionan ni cascan,
no se corroen, perduran:
empiezan donde se acaban.
Son tus penas, campesino,
siempre las mismas, cansadas
de tanto ser penas ya, 
cansado tú de llevarlas.
Pero las sigues llevando,
porque las penas no acaban:
del fondo a la superficie,
igual que la tierra arada.

O aquella otra poesía de Marisa digna de incluir en cualquier poemario de Rosalía:

Abuelo...

-"Abuelo, ¿hacia dónde se ha ido?."
-"Hacia donde el sol se esconde,
hacia otra tierra, otras gentes,
otros lares, otros hombres,
hacia lugares extraños,
donde no hay tantos colores.
Solo un color: la tristeza.
Sólo un amor: sus amores".

-"¿Y no volverá, abuelo?".
-"Volverá, hijo, no llores.
Volverá a ver su tierra,
esta tierra y estos hombres,
esta aldea, estos pinares
-lo que sus ojos esconden,
todo lo que su alma guarda-,
volverá a ver su amor".
-"¿Quién es su amor?".
-"Sus amores".

-"¿Y cuándo vendrá, abuelo?".
-"Vendrá cuando el sol se pone,
cuando los pájaros canten,
cuando las carretas lloren,
cuando el río suene limpio,
cuando florezcan los montes".

-"¿Y qué traerá, abuelo?".
-"Un equipaje bien pobre:
una ropa una tristeza,
un dolor, desilusiones".

-"¿Y para mí?. ¿Qué trae?".
-"¿Para tí?, mil esperanzas,
mil sueños, mil ilusiones,
mil deseos, mil plegarias:
que seas lo que él no ha sido,
que no se te rompa el alma".

En fin, aquellos precisos poemas con que alumnas como Marisa animaban las aulas mucho más allá de apuntes, rollos obligados y notas.

La grata compañía de unos cuantos amigos por aquellos años fue tejiendo inolvidables recuerdos de mi formación galega a lo largo de los años: José Campaña Ferro, Jesús Garea, María José, Xosé Lema, Carmen, Luis Pías, Manolo...

6. Y del paisaje verbal galego al paisaje asturiano: de nuevo en Lena

En el curso 79-80 volvía yo a los pueblos lenenses, con el recuerdo en la retina de aquellos otros parajes gallegos junto al mar, y unos cuantos proyectos en la mochila, garabateados por aquellos tiempos y aulas. El primero seguía siendo la creación literaria en las aulas, más allá de los apuntes y la programación oficial. Y así convocamos aquel Primer Certamen Regional de Creación Literaria, con el apoyo de unos cuantos compañeros y compañeras: Guadalupe Sánchez, Choni Herrero, Dolores Lorenzo, Elvira Suárez, Elisa Domínguez...

Los resultados, poemas y prosas, hicieron posible aquella publicación inolvidable de Seronda temprana, con portada de Laura Antolín, entonces pintora de moda en Lena, con sus escenas de estilo naife, tan acorde con la pintura de su tiempo. Eran los versos de Isabel Losada, Remedios Rodríguez (lumnas del centro), y de otros de centros distintos: Adolfo Camilo Díaz (prestigioso poeta en asturiano hoy), Evaristo Lorenzo, Rosa María Pulgar...

Para muestra sirva uno entre tantos poemas, dedicado por Rosa Irene Pereira (alumna de Mieres, participante en el concurso) a un minero muerto en aquellos tiempos de accidentes tan desgraciados para las familias de las Cuencas; padres y madres muy jóvenes entonces; hijos casi niños y niñas, en consecuencia:

Llora la tarde su pena
con lluvia de rabia y duelo;
no suena el agua del río
que en el mundo repite el eco
de aquella canción bravía,
que era madrigal y reto.

Los hombres miran sin ver
el paisaje oscuro y denso,
que entre escoltas de escombreras
se alarga por el sendero.

Sólo el ruido de los pasos
en el desigual terreno
son las saetas monocordes
que van rompiendo el silencio.

Por las cuestas neblinosas
bajan un minero muerto.

La tarde llora su pena
en lluvia de rabia y duelo.

Los trabajos en prosa, las redacciones del aula, eran la salsa también de las horas más frías por la mañana arriba; o por aquellas tardes invernales tan lejos todavía del móvil, la tabla o el ordenata. Por eso se recogen en el libro aquellas primeras aventuras con la pluma de Maxi Rodríguez, Roberto Sancifrián, Isabel Losada, Conchita Cabo...

No por casualidad, algunos como Maxi Rodríguez siguen destacando en diversas actividades de la actualidad periodística, teatro, cine... Quedó el pequeño libro de Seronda temprana para contarlo; para atestiguar que todo tiene un comienzo, y en el arte de jugar con las palabras, por supuesto.


Un día de lectura en la biblioteca:
Isabel Cachero, Remedios, Liliana...

7. Algunos otros poemas de aquel libro entrañable: Seronda temprana

  • por Laura Antolín: Dame la mano

    Si cerramos los ojos,
    oiremos la lluvia caer

    y la sinfonía de nuestra paz.

    Si me das la mano,
    no podré asomarme
    al absurdo precipicio
    de la soledad

    y de la tristeza.

    Y, si quieres,
    puedes caminar conmigo
    y ver que noviembre

    es lluvia, otoño, viento musical,
    es ver que las hojas

    se suicidan,
    y que se desnudan los árboles (que son tilos) ...

    Pero noviembre
    también es
    caminar juntos

    ¡lejos del pantano
    donde cae la lluvia,
    y las hojas

    y el ruido mecánico de la vida!.

  • por Isabel Losada: Y me habló la libertad

    Y cuando te canses de llamarme,
    vuelve a llamarme otra vez.
    Y cuando me llames otra vez,
    no te canses de llamarme,
    si ves que tus esfuerzos son vanos.
    Y llámame otra vez,
    porque quizás yo esté perdida
    y no te pueda escuchar.
    Y grita más fuerte, si ves que tu voz se debilita,
    para que así mis oídos ciegos
    puedan escuchar el eco de tu blanca compañía.
    Y si ves que las fronteras
    guardan tus mensajes,
    no te entretengas con nadie,
    grita más fuerte,
    y, corriendo hacia mí, ven a buscarme.
    Y si tus gritos impunes e incesantes,
    bastan para que todos tus amigos te tachen de loco,
    ¡acelera la marcha!
    y, como tal,
    destruye los obstáculos que te impiden cobijarte en mi seno
    pero . . . no te canses nunca de llamarme.

8. O aquellos tres envidiables poemillas tan sentidos como preciosos que enviaban dos alumnas y un alumno de la Escuela de Payares para el concurso de los años ochenta (ya tendrán sus añitos hoy, claro):

  • por Gema García Menéndez: Amapola

    Mamá, la amapola me ha dicho
    que si voy a jugar con ella
    entre los verdes campos.
    Mamá, la amapola me ha dicho
    que si voy a jugar con ella
    a las montañas;
    por no dejarte aquí sola, mamita,
    no he ido con la amapola.

  • por Jesús Pulgar Bayón: La cigarra y el grillo

    ¡Cómo se quedaron
    la cigarra y el grillo
    al ver a los peces
    nadar en el río!
    Cubiertos de escamas,
    van bajando uno a uno
    por entre el agua.
    ¡Cómo se quedaron
    la cigarra y el grillo,
    al ver a los peces
    nadando en el río!.

  • por Rosa María Pulgar Pulgar: El caracol

    El caracol va.
    Zas, zas, zas. ..
    Caminando va,
    con su cuerpo pegajoso
    se arrastra.
    Zas, zas, zas . . .
    Está en la hoja de la col
    con muchos caracoles más.
    En esta escuela aprenden mucho.
    Ñan, ñan, ñan.
    El caracol está comiendo
    en la hoja de la col
    y sigue caminando.
    Zas, zas, zas..


    Escribir un libro, plantar un árbol...,
    allá por los ochenta en el Instituto también

    (Julio, el Conserje, Nardi Ordóñez... -creo-)

10. Y tantos otros poetas de un libro, tan escolar, pero tan creativo por la temprana edad de los escritores de aquel BUP de los ochenta

  • por Remedios Rodríguez: La soledad lanar de los pastores

    Te busco en el silencio de la lumbre,
    y al amparo caliente de la casa;
    Subo arriba y no estás, y salgo afuera
    a mirar con tristeza a los que pasan.

    Te busco en el umbral de cada puerta
    y en las cenizas grises de la brasa;
    te busco por el mar de las pupilas
    oscuramente dulces de las vacas.

    ¡Soledad, soledad de los pastores,
    redonda soledad de las cañadas,
    soledad una y sola, soledades
    del páramo a la sierra y a la nada!

    ¡Llorad, hijos de Abel, llorad conmigo
    tanta y tanta simiente malograda!

    Bajaré a la bodega de los sueños,
    andaré de mi sangre por las ramas,
    te buscaré de sombra en sombra y solo
    hasta dar con mis sienes en las canas.

    En la majada de la luna llena
    convocaré mis penas y mis ansias,
    y esperaré que llegue tu persona
    en el amanecer de un otoño oscuro.

  • por J. G. M. (alumno de Salamanca, entonces): Elegía

    "A mi padre, pastor transhumante
    que se lo llevó el otoño".

    A empujones abrió por vez primera
    los ojos a la luz de la alborada;
    a empujones vivió, no que los diera,
    y a empujones murió, que se los daban.

    Un cordel heredó y una cañada,
    cauces para el ganado y su querencia,
    y una guadaña en celo, enamorada
    detrás de la pezuña y la inocencia.

    ¡Cuánta desolación y cuánta reja,
    cuánta siembra de lluvias y de atajos,
    cuánto asistir al parto de la oveja!
    ¡Qué cosecha de vientos y de cardos!

    Le dieron por camino los caminos,
    patearon su cuerpo los rebaños,
    y comieron el pan de su mochila
    perros y mayorales y los amos.

    ¡Todas las dimensiones a su acecho,
    distancias curvas y astros encelados
    en el túnel final de cada hueso
    amamantando a oscuras el gusano!

    Y así, de pena en pena y otra pena,
    de empujón a empujón y a manotazos,
    vino a dar en las puertas del otoño
    y de la fría muerte en el regazo.

    ¡A la luna conjuro a la mesta,
    al dios de los pastores y al ganado,
    que no pudo contigo ni el camino
    ni el sol redondo, el viento ni el nublado.

    Fue el otoño amarillo, fue el otoño
    quien te empujó de encima del caballo.

    ¡Descansa en paz, pastor de los caminos,
    mayoral de tí mismo y de los años,
    que al amparo del rumio, las estrellas
    calientan ya el reposo del establo!

    por J. G. M. (alumno de Salamanca, entonces): Para cuando me muera

    ¡Llevadme de una vez, sacadme al campo,
    y dejadme tranquilo con la tierra!

    Debe ser con silencio de campanas
    cuando la estrecha calle esté desierta,
    cuando los niños canten en la clase
    y pasten en el monte las ovejas.

    ¡Sacadme de una vez a campo abierto,
    que quiero ver la hierba!

    Será en otoño con la lluvia fría
    golpeando las piedras.

    Yo andaré por los túneles oscuros
    de mis heladas venas
    consolando a mi sangre sorprendida;
    visitaré despacio las almenas
    de mis huesos callados;
    ascenderé a los montes de mis cejas;
    ordenaré despacio
    los trastos del desván de mi cabeza,
    y tiraré el caldero
    al pozo consumido de mi huerta.

    ¡Sacadme de una vez, sacadme al campo
    sin nadie por mi causa ante su fuerza!
    Caerán las hojas secas de los chopos
    sobre mi cara yerta
    y en todo el territorio de mi pecho
    y en el confín de mi cabeza.
    Vosotros, no lloréis por mi persona,
    bastante lloran ellas!

    Me dolerán entonces vuestos pasos
    detrás de las paredes que me llevan.

    No quiero despedirme del ganado:
    ¡Pastores, evitadme esta tristeza!

    Será en otoño cuando yo me pare
    para ver cómo va la sementera.
    Cuando llegue el otoño yo os pido
    que me enterréis en tierra.

Eran los lectores y lectoras, escritores y escritoras de los años ochenta por las aulas: cada época tiene sus ventajas y desventajas, literarias y de las otras. Todas las monedas tienen dos caras: ni mejor ni peor una que la otra. Todas las épocas tienen dos rostros también: la del milenium presente, incluida, por supuesto.


11. Al paso y al peso de los profesores por las aulas (años noventa), en trabajo compartido (cooperativo, que se dice ahora)

Las aulas siguieron siempre animadas gracias a la colaboración de unos cuantos y unas cuantas, como siempre: los que quisieron animarlas cada día, por supuesto, con una ocasión cualquiera. Fue el caso del fallecimiento repentino del entrañable compañero Juanín García, profesor de Lengua en aquellos años ochenta en Lena. La muerte forma parte de la vida, alguien dijo por ahí. Y no se equivocó un ripio: a Juanín se lo llevó una juventud plena de ilusiones a rebosar (33 años). Y también él, como tantos jóvenes mineros entonces, dejó entrañable esposa, una hija muy pequeña, y un hijo que ni había tenido tiempo a conocer a su padre siquiera.

El sentimiento colectivo de unos cuantos alumnos y compañeros se tradujo durante un curso en intentar el tejido de unas cuantas páginas, animados con las facilidades mecánicas que los milagrosos ordenadores nos traían a las aulas, por precarios que resultaran para aquellos años ochenta: podíamos escribir y corregir al tiempo, equivocarnos, tachar, matizar... Animaban a escribir bastante más que las ruidosas Olivetti de aquellos tiempos.

12. En homenaje a un profesor que se llevó del centro el río de la vida, en plena juventud a rebosar: Juanín

Surgió así en 1991 el segundo libro del Instituto, con el título más expresivo de la palabra asturiana referida a los trabajos comunales: Andecha lenense. A la memoria del profesor Juan García García. Otras cuantas prosas y versos gracias a la creatividad de otros cuantos alumnos y alumnas más animados en las aulas: Irene Cifuentes, Carlos Díaz Palacios, Bernardo Villanueva, Natividad Morán, Mónica Moreira, Cándido Rodríguez, Jorge Sueiras...

Y gracias a la colaboración del profesorado que quiso participar a la sazón: Jenaro Fueyo, Sira Casado, José Ramón Estrada, Choni Herrero, Juan Noriega, Guadalupe Sánchez, Elvira Suárez, Gun Larsson... Como se decía mucho en los pueblos: "Las cosas nunca se fayen solas: hay que facelas". Por supuesto. Muchos sentimientos florecieron en el libro como ramos que nunca se marchitaran ya en unas páginas dedicadas:

Sirva para el comienzo aquella poesía rescatada por Olga del propio Juanín, dedicada a ella misma en su compañía tan feliz por unos cuantos años:

En tus brazos me dormí
en una noche serena;
quizá aplacaste mi pena,
pues nunca me arrepentí, 
y seguí durmiendo así,
amarrado a tu cadena.

Dulce cadena fue esa, 
que cuando más apretaba,
ahogándome, me salvaba,
haciendo de mí su presa.
Siendo pesada, no pesa;
siendo fría, me quemaba.

Y tantas otras a lo largo del libro. Por ejemplo, aquella tan desenfadada de Irene Cifuentes del Corro, en plena vitalidad efervescente allá por la edad del COU antiguo:

Espero tu llegada,
viejo poeta.
Que mi mente fluya
sobre lienzos infinitos;
que mis ojos se desvelen,
una noche y otra noche;
que sienta
el murmullo del silencio.
Yo te buscaré
en el recóndito paisaje estival,
entre los lazos marchitos de la Aurora.
Te buscaré
en la niebla del recuerdo,
entre las risas de la infancia.
Porque yo no temo
tu mirada,
ni el caminar del tiempo.

13. Siempre con la intención del trabajo comunal: la estaferia y la andecha asturiana, literaria en este caso

Con la participación de tantos alumnos y alumnas que así entendieron el trabajo del tuto (los que así quisieron entenderlo, claro), y para compensar en lo posible los rollos inevitables de las aulas (las jaulas, que decían entonces...), otras muchas actividades lingüísticas y literarias se fueron recogiendo por el Instituto en estas décadas.

Muy bulliciosos y fructíferos resultaron, por ejemplo, aquellos cursos de las hermanas Isabel y Tere Cachero, Juan José Argüello, Lina Rodríguez, Azucena Fernández, las hermanas Inés, Irene Cifuentes... Clases tan bulliciosas como creativas, dieron como resultado hasta algún premio con la lectura del Quijote, que mucho nos ilusionaba entonces.

Más tarde otros como Nedi, Mirian, Charo Albalá, Paula, Pablo Vázquez, Pablo Yagüe, los hermanos Edgar y Rubén, los hermanos Sueiras, Tomás, Dani, Lucía, Azucena, Marta Elena, Laura Jácome, Teresa, Arabela, Heriberto Frade, Iván Coto, Arín, Juan Riquelme, Bárbara Pericón, Bárbara Díez Pando, Álvaro Díaz, David Franco, Javi Blanco, Sandra, Javi Díaz, Natalia, Susana, Ceferino, Rocío, Moisés..., en tantos cursos sucesivos. Muchos nombres y apellidos en tantos grupos cada año. Inolvidables, en cambio, sus trabajos compartidos por las aulas, no sin ciertos problemillas a veces, bien es verdad también....

14. Porque las clases suponían ya entonces mucho más que empollar para una simple nota

En fin, todos ellos y ellas (más bien ellas, tantas veces rompiendo el hielo del silencio) fueron los que hacían las clases para no aburrirse ni unos ni otros; las clases creativas de verdad: comentarios de textos, exposiciones en público, esquemas, diagramas, debates escabrosos, temas de moda, poesías, narraciones, textos dramáticos... Para no dormirse sobre el pupitre, vamos. De los que no entendían las clases así, nada hay que decir en cambio, claro: aprender y compartir es mucho más que llevar notas. Mucho más, por supuesto.

Como aquellas otras ideas de estudiar el entorno en las mismas clases, que por ejemplo, practicó otro grupo difícil de olvidar: Caty López, José Antonio Fidalgo, Elena Llera, Héctor Ferreiro.... Con el título "Una comarca, un símbolo y un río", tuvieron la ilusión de ganar el I Premio de Investigación para Alumnos Preuniversitarios, organizado por la  Asociación Amigos del País de Asturias,  y entregado en la Universidad de Oviedo (1997). 

15. Hasta celebrar en andecha los 25 años de aquel IES Benedicto Nieto

En 1997 la colaboración de otros cuantos profesores y alumnos volvía a poner en unas páginas el tercer libro del Instituto, elaborado con los pequeños trabajos creativos, más allá de las actividades más regladas de las aulas. Colaboran en la esquisa María José Álvarez, Alfredo Martín, Gerardo García, Manuel Barrero, José Ramón Estrada, Carmen González, Sira Casado...

Y otros cuantos alumnos y alumnas, siempre los más creativos a la hora de animar las mañanas: Lorena Fernández, Enma, Begoña, María Díaz, Marcos Díaz Palacios, Ester Fernández, Mari Sol González, Ramiro González, Isabel Argüelles, Gema Castelao, Lucía... Sin olvidar la colaboración de personas ya ajenas a las aulas, como Sofía Ceballos, o las exalumnas de Ujo (aquellas inolvidables alumnas de Ujo), Mary Nieves Pascual, Conchita Cabo...

Como ejemplo de poema más sentido, sirva el que dedicó Isabel Argüelles al compañero Maxi (que se fue para siempre con sólo 16 años), y que tuvo el valor de leerlo en alto y en público ante aquel silencio sepulcral de la iglesia de Felgueras, conteniendo la calma y las lágrimas hasta que retumbó el último verso:

Desde aquí. Junto a Felgueras,
tu pueblo:
de parte de cada uno de tus amigos
y amigas.

A ti me dirijo con miedo,
siento temor de herir tus sentimientos;
sé que estás con nosotros,
aunque no te sepamos vivo;
siento dolor en mi alma,
y no me atrevo a decirlo.

Veo cómo en tu cara
se dibuja una sonrisa,
que nos pide dulcemente
que te guardemos un sitio
en el autobús de la vida:
¡… pues, viajarás con nosotros
en las penas y alegrías…!

Sí, ya te entiendo:
tú no quieres lágrimas, 
ni dolor, ni amargura;
sólo quieres acariciar
esa amistad que perdura
entre amor, juventud y dulzura.

Por ti, y por tu valentía
para enfrentarte a la vida,
esconderé mi dolor
y rebuscaré en mi alegría,
para ti, Maxi,
mi mejor sonrisa.

Isabel Argüelles. Toda una lección de compañera escolar, sobre aquel césped enmudecido de familiares, amigos y vecinos del valle de Felgueras y resto del concejo.

16. Con otras lecciones en escenarios bien diferentes: aquellos ensayos teatrales hasta en las horas del bocata y del recreo

En el libro recordamos aquella actividad teatral, en la que hasta el grupo de ensayo (los pequeños actores y actrices) salían a ensayar durante la hora de clase, pues lo tomaban tan en serio que no había disturbio alguno por los pasillos: salían a ensayar y nada más. Al cabo de un tiempo se reptesentaba la obra en la biblioteca, gracias al entramado que preparaba Raimundo Marinero, alma y cuerpo de los arreglos más urgentes con los que nos sacaba de los apuros gracias a sus habilidades manuales con los cables, las maderas, la tarima, las luces, los telones... Con Marinero, la obra llegaba al escenario cada primavera, allé en torno al Día del Libro o similares.

Recordamos unas cuantas representaciones: aunque con menos adaptaciones que las de Maxi Rodríguez), recordamos, así de pronto: La Casa de Bernarda Alba (Lorca), El Sombrero de Tres Picos (P. A. Alarcón), Tres Sombreros de Copa (M. Mihura), Prohibido Suicidarse en Primavera, Farsa y Justicia del Corregidor (A. Casona), Maribel y la Extraña Familia (M. Mihura), Tarta de Manzana, Xuiciu de Faltes (texto íntegro asturiano), El Alfiler (Muñoz Seca), Melocotón en Almíbar (M. Mihura), Sancho Panza en la Ínsula Barataria (A. Casona), Por qué corres Ulisies…

Y la dirección, a cargo de los propios actores también: las propias funciones estaban repartidas entre ellos según aptitudes y preferencias bastante espontáneas: intérpretes, maquillaje, escenario, decorados, iluminación, música, apuntadores… Unas actividades ciertamente recreativas, seguramente difíciles de olvidar por los propios interesados (más que tantos otros rollos de los programas).

"La llave del mundo son las palabras:
definición, significado, etimología, origen,
ejemplos, sinónimos y citas de palabras raras,
palabras curiosas, palabras divertidas,
palabras hermosas y palabras interesantes
para cada día del año"
(http://365palabras.blogspot.com/
2008/05/azolar.html).

17. Como es de agradecer la colaboración de otros cuantos en materias y proyectos nuevos en cada curso

La llegada del milenium trajo consigo la esperada informatización en buena parte de materias y aulas. Así fueron posible aquellos proyectos que con tanta fuerza tomaron Alexandra Ortiz,  Natalia Álvarez, Rubén Mesa, Tamara Álvarez, Ángela Rodríguez, Olivia Díaz....

O el día de Radio, que organizábamos entre las aulas del Instituto y las cabinas de Radioparpayuela en Mieres (FM), con un tema nuevo cada año. Allí estaban voluntarios (más bien voluntarias), pues abundaban las muyeres, como casi siempre a la hora de romperr el hielo de hablar en público y dar la cara ante el micro. Así discutieron por las ondas con el moderador de la Radio otros cuantos voluntarios (más bien, voluntarias, otra vez): Laura Lobato, Carlos González, Alba Ortega, Marialis Jiménez, Mónica Mallada, Ana Collado, Miguel Momparte...

La asignatura optativa de Literatura Universal, con su blog incluido: Zuriñe, Laura, Fani, Alba Cifuentes, Irene, Marialis, Cristi y Visi... Unos grupos de trabajo compartido en el aula, donde había que romper la barrera del silencio y la cara más que sonrosada en público, tantas veces: exposiciones orales, redacción para la web, diagramas, comentarios de videos, powerpoint... Algo parecido ocurría en las clases de Lengua, casi siempre con las muyeres como voluntarias para romper el hielo: y luego algunos se quejaban de las diferencias en las notas... Las estadísticas las hacía el ordenata: y el ordenata para eso no falla. Ye lo que había....

Pero todo ello gracias al trabajo cooperativo de estos grupos que tuvieron a bien llevarlo a cabo a pesar de la vergüenza tantas veces ante los compañeros (sin vergüenza no es igual que sinvergüenza: na que ver...). Y con algunos problemillas por la ortografía, la redacción, los sinónimos, los puntos y las comas, las comillas... En clase, había caras serias a veces (por las notas correspondientes, claro), aunque una falta a cualquiera se nos escapa (y más en estos tiempos).

En fin, con aquella, casi mágica, ortografía ideovisual, con los truquillos de editorialyalde.com y semejantes, las consecuencias nunca llegaron al río: al examen siguiente había alguna falta menos; y con algún trabayín pa compensar, ya diba quedando menos pal cinco... De los errores también se aprende, por supuesto. Y, además, como decía Beatriz Olivera, el mundo diba a segir girando igual... Nun se diba a acabar por eso... (la paciencia mágica de Beatriz...). Que por cierto, me entrgó las primeras cuarenta primeras páginas de aquella misteriosa, y muy bien tramada novela, de la que aún estoy esperando la versión definitiva (y su permiso) para la web.

La representación teatral. Eran las puestas parciales en escena, por ejemplo, de Historia de una escalera, en la propia escalera del centro, como no podía ser menos. Digna de mencionar fue la actuación de aquellas directoras voluntarias que ponían a representar a todo el resto del grupo con la distribución adecuada de personajes y funciones. Así lo hicieron Natalia, Fany, Andrea García... Con los actores y actrices voluntarios: todo el grupo sin fisuras (el A y el B, por separado, en rivalidad más bien sana, digamos). Y así entenderían mucho mejor la obra de Buero Vallejo,.que entraba en PAU. Todos seguíamos aprendiendo de todos y de todas, en este caso (a directoras, creo, sólo se presentaban muyeres...).

18. Como no se pueden olvidar las madres, padres, personal laboral..., en la Apertura de Centros a la Comunidad: informática al alcance de todos, Lena en la red, la aldea digital

Durante unos cuantos cursos, tuve el honor de haber podido compartir un par de horas los lunes por la tarde, padres y madres en el programa. En realidad, más bien madres, y personal laboral del centro, pues fueron las más asiduas por simple estadística de matrículas y asistencias.

Era la Apertura de Centros a la Comunidad. Introducción a la Informática, Informática para todos, Lena en la red..., y programas parecidos, con pocas variantes: siempre con los ordenatas, las tablas, los blogs digitales..., como tema de trabajo práctico. A la carta, en realidad, pues sólo compartíamos conocimientos y recursos más urgentes a la medida de cada uno.

Fue así como, gracias a la colaboración de estas personas, puedo decir que en mi paso por Lena tuve en las aulas a los alumnos y alumnas que tienen hoy más de los cincuenta ya, y, en consecuencia, a toda familia léxica de la gama: fíos, padres, madres, nietos, nietas, güelos, güelas, tíos, tías.... Hasta en alguna clase de estas tardes más virtuales (digitales, novedosas) coincidieron alguna vez uno de cada edad. Hasta hubo alguna madre con su hijo al lado... Todo un honor: cuando mirabas el reló ya era la hora de salir. Imposible aburrirse: ¡ya podía ocurrir siempre así en las horas de las aulas por la mañana!

Una larga lista de recuerdos tan gratos: Andrés, Ángeles, Auri, Azucena y Luis Xomezana, Berta, Blanca, Chelo, Covi, Cristina, Estrellita, Gloria, Isabel, José Antonio, Lita, Loli, Luisín el de Güeches, Luis Manuel, Mª Jesús, Marta, Mary Luz, Mila, Puri, Sonia, Raquel... No había notas, pero estos alumnos y alumnas de excepción ni parpadeaban delante de la pantalla del ordenata: las preguntas eran constantes, las respuestas como podíamos, claro; los comentarios, en voz muy baja; el interés, para el sobresaliente altu. Vamos, que como en las otras clases..., apaicío...

19. Con un final de trayecto muy grato: la colaboración de otros cuantos compañeros y compañeras más jóvenes que van llegando al centro

Como decía al principio, las cosas se van haciendo gracias al trabayu y a las estaferias comunales: las andechas de siempre, por digitalizadas y virtuales que resulten hoy con las nuevas ferramientas del ordenata, el móvil, o la tabla. Las nuevas generaciones nos van sustituyendo, sin duda, para hacerlo mejor que nosotros, por lo menos con las nuevas exigencias de los tiempos. Los otros vamos perdiendo la paciencia, sobre todo, los años no perdonan.

Y así da gusto escuchar las novedades por las aulas de compañeros más jóvenes: ahí llegaron con fuerzas juveniles renovadas (pura savia), y métodos más cooperativos Teresa, Cristian, Cristóbal, Leyre... O con métodos más socializados y de futuro, como Carmen Arias, Estela... O directores como Luis, capaces de atender a todos los posibles proyectos nuevos para tirar por ellos: programas bilingües, energías renovables, actividades deportivas, intercambios con centros extranjeros, prevención de actitudes discriminatorias, violencias......

De especial interés social resulta la labor realizada estos años por Carmen Arias para la sensibilización de un tema tan tristemente de moda como la discriminación social, el maltrato a las mujeres (o a los niños, a los hombres, lo mismo da), la violencia de género, el trato discriminatorio por razones muy diversas...

Los sucesivos programas llevados a cabo en varios cursos por Carmen Arias, van cumpliendo su objetivo, con una convivencia mejor dentro y fuera de las aulas; por lo menos de un autocontrol mayor. No es fácil esta labor, con lo que se ve en la tele, en la calle, en ciertos programas... Otro proyecto de futuro también.

20. Y, finalmente, con otro libro a medias entre profesores y alumnos, fuimos cerrando una etapa, como antes la abríamos con aquellos primeros ya lejanos: para que algunas palabras (ni de unos ni de otros) nunca se las lleve tampoco el viento

El libro con el que cerramos nuestra actividad de trabajo compartido en el centro fue posible gracias, sobre todo, a la voluntad decidida del último director, Luis González Cañedo, que en esto coincide con José Ramón Estrada en aquellos lejanos y conflictivos años de los ordenadores como nuevas herramientas de trabajo, cuando llegaron al centro. El lema, entonces como ahora, fue siempre el mismo: el que quiera participar que lo haga, y el que no que lo deje, pero que no dé la lata. De lo más elemental para que siempre se pueda seguir haciendo algo.

Y así ocurrió, antes y ahora: hace treinta años entraron los recursos informáticos en el Instituto, por cierto entre los primeros de Asturias: el éxito fue total a largo plazo. Teníamos entonces dos ordenadores: uno en la dirección y otro en un aula; luego llegaron otros ocho... Hoy pasan de los setenta. La senda siempre va quedando atrás, pero siempre queda otra muy larga por delante. Buena razón tenía Machado.

21. Caminante, no hay camino, se hace...

En fin, en estos últimos cursos se abrieron muchos proyectos que, dentro de otros pocos años, nadie pondrá en duda tampoco. Las oposiciones (los opositores, las opositoras), las trabas pretendidas al río de la vida nunca tuvieron futuro. Sería remar contra la corriente un día de torrentera; o luchar contra el viento, una noche de tormentas invernales... Tiempo perdido. El río de la vida nunca lo paró nadie en su descenso y sus deshielos maontaña abajo: todo lo ha de llevar por delante.

Bien a la vista está. El trabajo cooperativo tampoco hay quien lo pare: Leo, escribo, construyo..., (que reza en el título del libro) con la participación de esos 66 coautores (entre alumnos/as y profesores/as). No está mal para demostrarlo, a pesar de las dificultades, como en todo trabajo comunal.

No cabe duda que la dirección de un centro también resulta imprescindible para los trabajos de la comunidad. De hecho, la dirección no es plato favorito de casi nadie: muchas críticas en voz baja y a la sombra, pero pocos/as son capaces de sentarse en la mesa y ponerse a solucionar problemas. Bien a la vista está. Muchos directivos, son dignos de admirar en estos tiempos: derribar la casa cuesta mucho menos que levantarla.

"Tierra, enséñame el coraje del árbol
que se yergue solo"
Tierra, enséñame la libertad del águila
que grita en el cielo.
Tierra, enséñame la aceptación de las hojas
que mueren cada año.
Tierra, enséñame a olvidarme de mí mismo,
como la nieve derretida olvida su vida.
Tierra, enséñame a renacer, como la semilla
que se eleva en primavera"

(de la tribu india azteca, los Ute)

22. Y más allá del Instituto, otros institutos, otros libros, otros colaboradores en gratas estaferias parecidas para recordar

Como las estayas donde compartir labores comunales no tienen barreras, me resulta grato recordar, por ejemplo, los trabajos en común realizados con otro entrañable colectivo de la enseñanza: el grupo del CPR del Nor-Occidente asturiano, bajo la dirección entonces de Servando Fernández Méndez. Durante tres años estudiamos en conjunto el entorno didáctico de aquellos conceyos en torno a Luarca y valle del Navia. Era el grupo formado por Benxamín Méndez, Toño, Nicasio, Ramón, Luis Miguel, Manolo, Rosa, Ana, Ruth, Antonio...

Y los resultados también a la vista y sobre el papel: aquel libro de trescientas y pico páginas con el trabajo de cada uno aportado al conjunto: Paisaje y toponimia. Materiales didácticos de aula. Como resultado de las charlas y reuniones, con las correspondientes salidas a los conceyos del entorno, se fueron hilvanando los veintitantos capítulos que componen la esquisa del libro, según la especialidad de cada uno: geografía, arbolados, historia, hórreos, toponimia, límites lingüísticos, idiomas...

En fin, otro trabajo en comunidad a la antigua usanza de los pueblos: cada uno aporta a la andecha lo que sabe y puede hacer, sin más comparaciones ni protagonismos fuera de lugar. Queda luego, no sólo el libro publicado, sino la satisfacción de haber compartido con otros compañeros y compañeras de la enseñanza en otros conceyos, pero con las mismas preocupaciones y objetivos: mejorar en lo posible el aprendizaje de los estudiantes a nuestro cargo. Queda la amistad dentro y fuera de las aulas.

23. Como en las estaferias y las andechas de antes, ahora virtuales pe la red

Las esquisas, las andechas, las estaferias, como casi todo en el río de la vida (que decía José Luis Sampedro), va cambiando de forma también: antes se reducían al pueblu, al tsugar de la parroquia, al conceyu municipal, a todo más. Hoy, los aires dixitales, los cables de interné, la fibra óptica o las antenas pe los montes (lo mismo da) permiten el trabayu a distancia, a miles de km del pueblu. A tanta distancia que podemos toos trabayar en una misma páxina que coordina alguien del pueblu desde su residencia belga, japonesa, argentina, canadiense o sueca. En unos segundos estamos todos aportando datos, proyectos, discusiones, sobre un mismo tema común.

Así, con este objetivo, se fue construyendo la página web desde los años noventa ya. Con motivo de las clases, empecé a ver que las pequeñas creaciones de las aulas no podían terminar en la papelera, o en una libreta amarilla despachada al trasteru o al desván, sin más, en cada curso que termina, por falta ya de espacio y de interés en la estantería. Muchas poesías, redacciones, descripciones, comentarios de textos, fotos de excursiones..., no se merecían este destino después de la simple nota para subir puntos en la evaluación.

24. Porque más allá del trabayu manual, está el trabayu dixital, la páxina web pa cosechar lo semao

Hay muchos más autores y autoras que los famosos consagrados: incluso, un día Bécquer, Rosalía de Castro, Machado, Saramago, Delibes, García Márquez o Julio Llamazares..., estuvieron sentados tras algún pupitre; entregaron sus poemas o sus prosas para subir nota también. Incluso algunos de sus ejercicios de clase los tiraron a la papelera, o los pasaron al desván por las mismas razones de intereses y de espacios. Pero tenían su valor escolar entonces: y literario también. Nadie lo duda a juzgar por sus repercusiones con los años.

Más tarde se fueron sumando muchas otras personas (conocidos, desconocidos, amigos...) que se interesaban por los contenidos de la página: etimologías, toponimia, leyendas orales, vida de los pueblos, terminolgías científicas, expresiones asturianas, refranes, libros del conceyu y de otros conceyos...

Para todos ellos y ellas, se fue abriendo un hueco entre los ficheros existentes: en unos casos, dentro de los que había; en otros, abriendo uno nuevo con la firma del participante que quisiera publicar allí sus opiniones, investigaciones, relatos literarios, poesías... La página se fue convirtiendo gratamente en una esquisa para las estaferias de antes. Y así va en estos mismos días.

25. Alumnos/as y profesores/as en la misma estaya: cientos de poemas, redacciones, dibujos, esquemas, diagramas, comentarios de texto..., muchos recogidos en la Esquisa Literaria de la páxina web, elaborada con los años

Tengo que agradecer la colaboración de todos esos alumnos y alumnas que me fueron enviando, o que permitieron que yo les incluyera sus pequeñas creaciones escolares (nunca se sabrá lo grandes que pueden resultar con el tiempo). En la ESQUISA LITERARIA (barra del menú, arriba) están los nombres para prestigio de la página: Raquel Fernández, Carlos Díaz Palacios, Isabel Argüelles, Irene Cifuentes, Bárbara Díez Pando, Bárbara Mallada, Olaya, Beatriz Torre, David Ordóñez, Elena Pérez Tirador, Pablo, Sergio de la Morena, Sergio Caballero, Jorge de la Morena, Rebeca Riera, Laura Noval, Laura Jaular, Sandra Lobo... Cada uno en sus respectivos temas para el graneru dixital, durante muchos cursos y grupos (imposible citarlos a todos y a todas).

Como tuvieron a bien colgar sus propios trabajos personales de clase (Lengua, Literatura) algunas alumnas, para que los demás tuvieran otros datos más para la nota; apuntes fruto al mismo tiempo del trabajo individual y de grupo, sin el recurso facilón (y tan criticable, por supuesto) del simplre recorta y pega. Hay apuntes de Zuriñe García, Laura Lobato, Carla Melendre, Leticia Machado... Bastante completos todos ellos, pues eran temas PAU. Trabajados a conciencia, vamos, expuestos en clase.... Sin duda servirán a muchos otros para salir del paso.

"Ser en la vida
romero,
romero sólo que cruza
siempre por caminos nuevos
ser en la vida
romero,
sin más oficio, sin otro nombre
y sin pueblo...
ser en la vida
romero... romero... sólo romero.

Que no hagan callo las cosas
ni en el alma ni en el cuerpo...
pasar por todo una vez,
una vez sólo y ligero, ligero, siempre ligero...

Sensibles
a todo viento
y bajo
todos los cielos,
Poetas,
nunca cantemos
la vida
de un mismo pueblo,
ni la flor
de un solo huerto...

Que sean todos
los pueblos
y todos
los huertos nuestros"
(León Felipe)

26. Mucho más allá del pueblu y del conceyu, munchas esquisas y esfueyas podemos seguir faciendo: trabayu manual, en papel o en dixital

Muy gratas, igualmente, las colaboraciones, en esta páxina web, de muchos amigos y compañeros en torno a las aficiones (y peripecias) por las aulas o por los saberes asturianos, técnicos, científicos, universitarios: Carmen O. Menéndez, Elisa Villa Otero, Jesús Lana, Aurelio, Jesús Neira, Genaro Alonso Megido, Luis Simón Albalá, Carmen Prieto, Ángel Vega, Cristian Longo, Carmen Arias, Dorita García Blanco, Juan Pedrayes, Vicente el Médico de Campomanes, Ánxel Álvarez, Sofía González, Vanesa Fabián, Luis Alberto Prieto, Rufino Vallejo, Toño Sánchez Pérez, Pepe Monteserín, Xavier Castells, Xerardo García, Teresa Muñoz, María Dolores Tirador, Pepe Espiño...

Especial espacio el dedicado en esta web a Celso Peyroux y a Adolfo García Martínez, Elisa Villa, Paco Noval, Juan A. Vázquez, Juaquín Fernández, Marta Pérez Toral, Benjamín Méndez, Jesús Lana Feito..., pues ya pasan del centenar las publicaciones enviadas en su conjunto: artículos de prensa, libros, conferencias, charlas, síntesis de novelas, de poemarios, de obras colectivas, de tesis doctorales, de congresos en diversas universidades... Unos apartados con el espacio adecuado al número de sus actividades docentes y editoriales. Un privilegio para la web también: muchos miles de consultas cada año. A muchos deben interesar también, y las pueden descargar gratis.

27. Y, así, grano a grano..., se fue haciendo el granero comunal

Como nunca podré agradecer del todo la cantidad de informaciones aportadas por paisanos, paisanas de los pueblos, o aquellos que se fueron de ellos hace años, y siguen hoy con el paisaje asturiano en sus retinas. Por eso siguen escribiendo y mandando informaciones y recuerdos de sus saberes de antaño, mejorados con los años: Ceferino Vallejo, Luis el de Piñera, Getino el de Sanandrés, Arximiro el d'Espineo, Vidal el de Xomezana, Salvador Riera, Nedi, Felipe... De los pueblos, la lista muy larga: llegan al millar en toda Asturias. Verlos todos en el enlace de INFORMANTES por los pueblos y por conceyos.

En fin, cientos de colaboradores que agradecer en la páxina: sin duda quedan unos cuantos y unas cuantas por citar, pero están en los ÍNDICES correspondientes de la ESQUISA y de los CONTENIDOS GENERALES alfabetizados. Antes se decía "que Dios vos lo pague". Ahora, lo mismo con otras palabras igualmente tan sinceras: Gracias, gracias asgaya.

(sigue la página en construcción)

Podríamos terminar con los versos de Dámaso Alonso, sobre la trayectoria de cualquier vida estudiantil, técnica, científica, o simplemente humana: la creación personal y social de nuestro pequeño universo de palabras; la herramienta de trabajo imprescindible para entender, expresar, transformar..., el entorno espacial y temporal en el que nos tocó vivir. El placer y el poder de la palabra, de construir con palabras:

"Desde el caos inicial, una mañana
desperté. Los colores rebullían.
Mas tiernos monstruos ruidos me decían:
«mamá», «tata», «guauguau», «Carlitos», «Ana».
Todo —«vivir», «amar»— frente a mi gana,
como un orden que vínculos prendían.
Y hombre fui. ¿Dios? Las cosas me servían;
yo hice el mundo en mi lengua castellana.
Crear, hablar, pensar, todo es un mismo
mundo anhelado, en el que, una a una,
fluctúan las palabras como olas".

(Dámaso Alonso) .

Currículum de publicaciones

Más información sobre el autor en Vivirasturias:
http://www.vivirasturias.com/asturias/lena/concepcion-suarez%2C-xulio/es

Y en Wikipedia:
http://ast.wikipedia.org/wiki/Julio_Concepci%C3%B3n_Su%C3%A1rez

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e-mail Xulio
xuliocs@gmail.com