Costumbres, tradición, gastronomía, trabajos rurales, vida vaqueira, saber popular
 

"Mirando a lo lejos los espacios ilimitados,
los sobrehumanos silencios y su profunda quietud,
me encuentro con mis pensamientos,
y mi corazón no se asusta.
Escucho los silbidos del viento sobre los campos,
y en medio del infinito silencio tanteo mi voz:
me subyuga lo eterno, las estaciones muertas,
la realidad presente y todos sus sonidos.
Así, a través de esta inmensidad se ahoga mi pensamiento:
y naufrago dulcemente en este mar"
.
(Giacomo Leopardi)
.

Por mayo arriba,
camino de mayadas y cabañas otra vez:
a medias entre lebaniegos y cabraliegos

 
 

Entre los pueblos y los puertos:
"subir con la hoja de las hayas"
(cuando sale la hoja,
va brotando debajo la yerba al tiempo).
Y el ganado va subiendo tras las hojas y las yerbas:
se diría que al ritmo estacional
impuesto por el ramaje del arbolado,
por el ramoneo primaveral, que dicen los más técnicos.
Son los signos del verano que bien entienden
ganaderos, reciellas y rebaños....

 
 
La fuente generosa
de la mayada:
en piedra,
con el chorro abundante
que aseguran
los últimos neveros
y las reservas caliares todo el año,
las esponjosas calizas.
 
 

La flores azuladas
que se inclinan todas
en la misma dirección
buscando la luz del sol:
sureste, suroeste...,
se equivocan muy poco.

 
 

La campera tupida
de flores blancas
tras el paso de la nieve
en retirada:


una alfombra casi blanca, tan espesa y esponjosa
que casi da pena pisar, por no marchitar
alguna flor al paso de la chiruca

 
 
Con el tono de verde intenso
que tiñe las aguas del río más abajo:
dicen los pastores que
las aguas de la nieve
(sólo con las aguas de la nieve),
sobre las primeras yerbas verdes
de primavera en los altos,
arrastran el verdor de esas praderas,
y dan a los ríos esa coloración
musgosa que se aprecia mejor
en las horas soleadas del mediodía
 
 
Las fresas silvestres
por mayo arriba:
los frutos más tempranos
camino de las brañas.
Bien se agradecían
tiempo atrás,
a falta de bocata suficiente
en el morral :
 
 
Las cebollas montesas
de los xabalinos:
dicen los ganaderos
que son como droga;
destrozan los xabalinos las pradreas
obsesionados en buscarlas;
y así las dexan de fozás...
 
 
Un mechón de pelo
que dejó un rebeco
tras la noche:
tal vez
entre las garras
de algún lobezno...
 
 
Y el resultado:
unos excrementos (tal vez del llobu)
con pelo abundante gris;
la ley de la selva,
la selva de verdad,
en la que hay que sobrevivir
por pura obligación.
La que marca la vida entre las peñas...
 
 
Esperando la subida
al puertu:
las vacas saben
de tiempos también
 
 
Las últimas caserías
en el límite
con las mayadas
 
 

La Virgen de la Salud en Áliva
-que dicen los lebaniegos-


sin duda por las excelentes aguas medicinales
de aquellas campas.

 
 
Los riscos
de aquellas peñas cántabras,
lebaniegas,
en el límite
con Las Vegas de Sotres,
sobre El Muñón de Re.
 
 
El ganado de las mayadas:
siempre en la intriga de
por qué el ganado cabraliego y cántabro,
el más montaraz,
tiene los cuernos tan abiertos,
tan afilados,
tan largos...
 
 
La térnica artesanal
para contener las teyas ante
los deshielos:
hileras de piedra sabiamente
distribuída y espaciada.
 
 
Las pitas y el gatsón
nel puertu:
cómo sabrán los güevos
de la campera
 
 
El placer de los senderos:
suaves a las chirucas,
aromáticos por ambos lados,
sonoros,
cuando hay ganado,
sabrosos,
cuando pasamos por la fuente...
Completos, siempre.
 
 
Otras veces, las pistas todoterreno
nos hacen el favor de caminar
por las sendas abandonadas:
las de los pastores y ganados
del lugar,
las que conservan el tono verde
que produjo el abono de los animales
con tantos años de trasiego.
Mucho menos deteriorada,
la rozamos con placer doblado:
todo un privilegio al par del cemento.
 
 
Las flores
que suceden
a las nieves
 
 
Fíu y madre  
 
"Que por mayo era, por mayo,
cuando hace la calor,
cuando los trigos encañan
y están los campos en flor,
cuando canta la calandria
y responde el ruiseñor"

(romance medieval)
 
 
... madre y fíu  
 
El sabor del puertu
al atardecer
 
 
En familia y todo...  
 
La tarde
que se va colgando
en los picachos:
camín del valle abajo.
 
 
En el país de las rocas
y las nieves,
casi ya en verano,
una primavera más
 
 

"No es verdad. El viaje no acaba nunca... El fin de un viaje es sólo el inicio de otro. Hay que ver lo que no se ha visto, ver otra vez lo que ya se vio, ver en primavera lo que se había visto en 'verano, ver de día lo que se vio de noche, con el sol lo que antes se vio bajo la lluvia, ver la siembra verdeante, el fruto maduro, la piedra que ha cambiado de lugar, la sombra que aquí no estaba. Hay que volver a los pasos ya dados, para repetirlos y para trazar caminos nuevos a su lado. Hay que comenzar de nuevo el viaje. Siempre..."
(José Saramago)