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Risueño recuerdo
de Francisco Noval,
Paco

Publicado
en La Nueva España

23 de Abril del 2013 -
por Rubén Franco González
(Pola de Siero).

Nos acabamos de enterar del fallecimiento de José Francisco Noval Fernández, y qué mejor cosa para recordarle que escribir estas líneas en la sección Cartas al director de LA NUEVA ESPAÑA, que él tanto frecuentó y de las que seguimos atentamente sus lectores.

Su última carta publicada data de un par de meses, del 12 febrero 2013, titulada Las memorias de un matemático en alusión a las cuatro entregas de las Memorias de Juan Luis Vázquez, publicadas en este mismo diario, y donde se le ensalza por su gran lección de ciencia personal, de ciencia y de ciudadanía.

Tenemos también encima de la mesa otro artículo suyo (esta vez en la sección de Tribuna) publicado el 20 junio 2005 y dedicado a glosar la reciente reedición por parte de KRK de las Meditaciones metafísicas (con objeciones y respuestas) de Descartes, en edición de Vidal Peña, tras muchos años agotado la de Alfaguara de 1977.

Otras dos cartas recientes son la del 5 junio 2012 (Las dos cartas), donde expresa su tristeza y desilusión ante el hecho de que tras 35 años de trabajo en institutos y tras haberse jubilado, por primera vez en la historia del Principado no habría acto de reconocimiento público; y la del 25 septiembre 2012 titulada Agresión extrema y donde realiza una defensa de la sanidad pública asturiana.

Éramos vecinos no ya de Pola de Siero, sino de barrio. Vivía a la vuelta de la esquina. Sin embargo, nos veíamos muy poco. Coincidimos en la presentación del libro de José Sanmartín El terrorista. Cómo es. Cómo se hace (Ariel, enero 2005) en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA. Sin embargo, si no recordamos mal, nunca más nos vimos en ese escenario (ni en otros) para la presentación de un libro, una conferencia o una mesa redonda, siendo nosotros asiduos al gran ágora que supone el Club Prensa Asturiana (y que aprovechan asociaciones como Tribuna Ciudadana, que ya va por el acto 971 y pronto alcanzará una efeméride gloriosa).

Visitaría otros escenarios, y, sobre todo, se dedicaría a sus labores, que en este caso, son las de estar en casa trabajando, es decir, leyendo, pensando y escribiendo. Las de pasarse muchas horas en el hogar, en tranquilidad, sentado ante el escritorio y rodeado de libros (ahora también de portátiles y wifi, aunque al menos hace diez años, allá por 2003, todavía seguía escribiendo cartas a mano -cosa que se ha perdido con la informatización y los correos electrónicos-). Desde la calle, se podía ver su biblioteca (situada en un primer piso).

Pero sobre todo, Paco (así se le conocía y así le llamábamos quienes le tratamos) será recordado por dos condiciones. Por ser profesor (su labor pública reconocida y valorada por sucesivas oleadas de estudiantes) y por ser buena persona. Y añadiremos una más: por ser un tipo alegre. Por estar todo el día (o casi) con la sonrisa en la boca. Era una de esas personas que transmiten optimismo, pasión, entusiasmo por lo que se hace, y (aunque suene cursi) buenos sentimientos.

Su alegría se contagiaba. Sus alumnos recordarán cómo durante la realización de los exámenes (en los cuales se supone los estudiantes necesitan concentración y que no se les distraiga), Paco se dedicaba a realizar en la pizarra unos dibujos y sus respectivos bocadillos, lo que originaba que el personal perdiera tiempo en desarrollar las preguntas o temas del examen por ver a Paco pintar aquellas caricaturas suyas. Era prácticamente imposible no levantar de vez en cuando la mirada hacia el encerado, donde Paco disfrutaba de su ejercicio. ¡Y lo bien que nos lo pasábamos todos con ello! Era inevitable las miradas y sonrisas entre compañeros sorprendiéndonos de lo estrambótico de la situación y como diciendo: !Este Paco !

Paco era (porque no lo hemos dicho hasta ahora) profesor de filosofía. A nosotros nos dio clase solamente un año, el curso 2001-2002. Y fue muy interesante, porque los primeros días de clase coincidieron con los primeros días tras el 11 de septiembre, donde el yihadismo radical entraba de veras en juego en el panorama geopolítico mundial, atacando nada más y nada menos que al imperio americano, y donde los que estaban en babia, no les quedó otra que despertar rápidamente. Se tomó entonces conciencia (a pesar de que ya llevaban décadas los fundamentalistas mahometanos avisando) de que una nueva realidad entraba en funcionamiento (en España, y a pesar de que ni mucho menos sabemos toda la verdad al respecto, podemos dar fe de ello).

Recuerdo una clase en los días sucesivos a la tragedia estadounidense en el aula de audiovisuales de la planta baja del instituto. Una alumna (ahora camarera en una popular cafetería de la Pola, de nombre helénico) le decía a Paco que por supuesto que le daba mucha pena que hubiese muerto toda esa gente pero que era una pesadez llevar un montón de días hablando de lo mismo en la televisión. Que el asunto ya cansaba, vaya. O que ya rallaba.

Paco risueñamente explicaba que (aún sin negar esa omnipresencia televisiva de los atentados aquellos días) aquello era muy significativo, y al mismo tiempo intentaba encauzar las opiniones de algunos alumnos suyos, tan talibanes ellos (y haciéndose eco de los juicios de sus mayores) para afirmar cosas como que les cae bien (a EEUU), se lo tienen merecido o les han devuelto la moneda a los yankis, por todos los crímenes que ellos han cometido (debían de ser confederados ). Y al mismo tiempo, uno de ellos (hermano de una joven hostelera de Valdesoto, a la que este diario entrevistó hace unas semanas), con la suficiente inteligencia y perspicacia para decir: Ahora se van a cagar, que se preparen. Que Bush los va a reventar.

Es difícil ser profesor de filosofía en el bachillerato (no decimos ya de los sucedáneos de la ESO). Que los alumnos entiendan lo que se les está explicando es todo un logro (problema, por supuesto, no exclusivo de esta asignatura, sino general, donde no comprenden lo que leen y cometen más faltas de ortografía que palabras escriben). Consideramos que Paco lo hacía (lo hizo) muy bien. Todavía conservamos un cuadernillo marrón grapado que nos dio a sus alumnos referente al tema de la evolución humana. Ese curso de Filosofía incluyó durante un mes y medio una aproximación a la lógica, lo que supuso el horror (ríanse del coronel Kurtz) para muchos chavales (en nuestro caso particular debemos decir que obtuvimos la máxima puntuación posible).

Me viene a la memoria una visita que hicimos por la villa polesa, donde Paco nos hablaba de su pasión por los tejos (algún alumno parodiando el entusiasmo de Paco decía los teixus son guays). Le gustaba el mundo regional asturiano, sintiendo, por ejemplo, casi adoración por los hórreos, y lamentándose de su paulatina pérdida en la actualidad. También así por las curuxas (lechuzas), siendo así que la famosa lechuza de Minerva es mochuelo pero no búho (éste tiene cuernos mientras aquella no).

Un criterio importante en su labor como educador es la presencia habitual de alguno de sus alumnos entre los finalistas de las Olimpiadas de Filosofía. Del mismo modo que no se puede negar los éxitos de Mourinho como entrenador (que hacen que sea como la cerveza San Miguel, que donde va, triunfa), mutatis mutandis, lo mismo habrá que decir de Paco. Sin duda, hay que tener buenos jugadores (o buenos filósofos), pero sin una buena mano que los oriente y guíe sería mucho más complicado.

Y no puede ser casualidad cuando Oporto, Chelsea, Inter y Madrid ganan títulos, o cuando año sí, año también, un alumno del Río Nora se encuentra en la Colegiata del Palacio Revillagigedo para defender su trabajo (y dicho esto, claro está, sin perjuicio de otras consideraciones que nos separen del filósofo estoico portugués -según Rodríguez Pardo- o del quehacer filosófico del fallecido Paco). Y esta labor de conductor la desarrolló Paco hasta el final, ya que en 2010 estuvimos ayudando a una alumna suya (a la sazón, hermana de un amigo) a que preparase la elaboración del ensayo sobre el tema escogido ese año: el amor.

Ahora que hemos utilizado este símil, y al mismo tiempo para profundizar más en él (¡ya podría ser premonitorio!), rememoramos cómo Paco comentó que le parecía una absoluta exageración que un narrador deportivo se pusiese a gritar enloquecido un gol, llegando a afirmar eufórico el locutor: Francés, ¡viva la madre que te parió!. Él contaba que estaba en el coche conduciendo cuando asistió a ese júbilo hertziano (me parece que se trataba de la narración de Manolo Lama para la SER). Yo le comenté que era comprensible esa emoción, y que estaba dentro del contexto pertinente de la narración del partido, y que se asumía la posición de ese equipo y ese gol como propio.

Y que ese equipo no sólo se representaba a sí mismo sino a España. ¡Ah! ¿De qué gol se trataba? De la volea de Zidane, tras jugada iniciada por Solari y centrada por Roberto Carlos (otro tan risueño como Paco), que ponía el 2-1 en el marcador de Glasgow. Ya saben, el partido del gol de Raúl después del saque de banda de uno de los mejores laterales izquierdo que se han conocido (dos asistencias en ese partido), de las paradas de Iker Casillas en los minutos finales tras sustituir al lesionado César Ya saben, la Novena

También tuvimos tiempo en esos días finales de curso de mayo y junio 2002 de analizar el fenómeno Operación triunfo, reality surgido a raíz del boom de Gran Hermano (verdadero experimento sociológico -y etológico- en su momento, que muchos indoctamente desdeñaron por considerarlo telebasura), sobre todo cuando Rosa y cía acudieron a Eurovisión con su Europe´s living a celebration. Y lo hicimos comentando la columna de Umbral en la contraportada de El Mundo.

En estos brochazos que estoy dando de mi antiguo profesor, recuerdo ahora (en lo que respecta a la cuestión cinematográfica) que cuando se iba a estrenar Inteligencia artificial (septiembre 2001), Paco decía que era una de las películas que sin falta había que apuntar (y verla). Era, en su opinión, una de las películas de la temporada, y su interés se debía al tema de los sentimientos, la libertad, el tema de si existe o no (o de si siquiera podemos llamarlo así) la inteligencia artificial, &c. El antiguo proyecto de Kubrick y realizado por Spielberg llamó su atención.

Sirvan estos trazos sueltos, estas evocaciones, para recordar a una buena persona, muy querida por compañeros profesores (Ismael, Isabel) y alumnos. No pudimos conocerle mucho, pero, como hemos dicho, encaraba la vida (a pesar de las crueles circunstancias que la atraviesan) con alegría y optimismo. Esa es una gran lección. Unida a una posición estoica (de afrontar las cosas como vienen, con entereza) quizá sea el mejor legado que pudo dejar a sus generaciones de alumnos (quienes estuvieran atentos en clase), y absolutamente fundamental para encarar la situación en la que nos encontramos y levantarse cada día y salir a la calle con el pensamiento no de ¿qué va a pasar? sino de qué voy a hacer yo (Julián Marías dixit).

Respecto a las anécdotas referidas, sólo cabe decir cuatro palabras: Esplendor en la hierba. Respecto a Paco, hay que expresar que como su querida curuxa, como la lechuza de Minerva, ha emprendido el vuelo al anochecer.

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