Costumbres, tradición, gastronomía, trabajos rurales, vida vaqueira, saber popular

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(Foto de Javier Blanco)

Milagros de Nuestra Señora
por Gonzalo de Berceo

"Amigos e vasallos de Dios omnipotent,
si vos me escuchássedes por vuestro consiment,
querríavos contar un buen aveniment:
terrédeslo en cabo por bueno verament

Yo Maestro Gonzalo de Berceo nomnado,
yendo en romería caecí en un prado
verde e bien sençido, de flores bien poblado,
lugar codiçiaduero pora omne cansado.

Davan olor sovejo las flores bien olientes,
refrescavan en omne las caras e las mientes,
manaban cada canto fuentes claras corrientes,
en verano bien frías, en ivierno calientes.

Avién hí grand abondo de buenas arboledas,
milgranos e figueras, peros e mazanedas,
e muchas otras fructas de diversas monedas
mas no avié ningunas podridas nin azedas.

La verdura del prado, la olor de las flores,
las sombras de los árbores de temprados savores
refrescáronme todo e perdí los sudores:
podrié vivir el omne con aquellos olores.

Nunca trobé en sieglo logar tan deleitoso,
ni sombra tan temprada, nin olor tan sabroso;
descargué mi ropiella por yacer más viçioso,
poséme a la sombra de un árbor fermoso.

Yaziendo a la sombra perdí todos cuidados,
odí sonos de aves dulces e modulados;
nunca udieron omnes órganos más temprados,
nin que formar pudiessen sones más acordados.

Unas tienién la quinta e las otras doblavan,
otras tenién el punto, errar no las dexavan,
al posar, al mover todas se esperavan,
aves torpes nin roncas hí non se acostavan.

Non serié organista, nin serié vïolero,
nin giga nin salterio, nin mano de rotero,
nin estrument nin lengua, nin tan claro voçero,
cuyo canto valiesse con esto un dinero.

Pero que vos dixiemos todas estas bondades,
non contamos las diezmas, esto bien lo creades;
que avié de noblezas tantas diversidades,
que no las contarién prïores ni abades.

El prado que vos digo avié otra bondat,
por calor ni por frío non perdié su beldat,
siempre estava verde en su entegridat,
non perdié la verdura por nulla tempestat.

Man a mano que fui en tierra acostado,
de todo el lazerio sovi luego folgado;
oblidé toda cuita, el lazerio passado,
qui allí se morasse serié bienventurado.

Los omnes e las aves cuantas acaeçién
levavan de las flores cuantas levar querién,
mas mengua en el prado niguna non facién,
por una que levavan tres e cuatro naçién.

Semeja esti prado egual de Paraíso,
En qui Dios tan grand graçia tan grand bendiçión miso;
Él que crió tal cosa maestro fue anviso;
Omne que ý morasse nunqua perdrié el viso.

El fructo de los árbores era dulz e sabrido,
si Don Adam oviesse de tal fructo comido,
de tan mala manera non serié decibido,
nin tomarién tal daño Eva ni so marido.

Señores e amigos, lo que dicho avemos
palavra es oscura, esponerla queremos;
tolgamos la corteza, al meollo entremos,
prendamos lo de dentro, lo de fuera dejemos.

Todos cuantos vevimos que en piedes andamos,
siquiere en presón o en lecho yagamos,
todos somos romeos que camino andamos;
San Peidro lo diz' esto, por él vos lo provamos.

Cuanto aquí vivimos en ageno moramos,
la ficança durable suso la esperamos;
la nuestra romería estonz la acabamos
cuando a Paraíso las almas envïamos.

En esta romería avemos un buen prado,
en qui trova repaire tot romeo cansado;
la Virgen glorïosa, Madre del buen crïado,
del cual otro ninguno egual non fue trovado.

Esti prado fue siempre verde en honestat,
ca nuna ovo mácula la su virginidat,
post partum et in partu fue virgin de verdat,
ilesa, incorrupta en su entegredat.

Las cuatro fuentes claras que del prado manavan,
los cuatro evangelios, esso significavan,
ca los evangelistas cuatro que los dictavan,
cuando los escrivién, con Ella se fablavan.

Cuanto escrivién ellos, Ella lo emendava,
esso era bien firme lo que Ella laudava;
parece que el riego todo d' Ella manava,
cuando a menos d' Ella nada non se guïava.

La sombra de los árbores buena, dulz e sanía,
en qui ave repaire toda la romería,
sí son las oraçiones que faz' Santa María,
que por los pecadores ruega noche e día.

Cuantos que son en mundo justos e pecadores,
coronados e legos, reys e emperadores,
allí corremos todos vassallos e señores,
todos a la su sombra imos coger las flores.

Los árbores que facen sombra dulz e donosa,
son los santos miraclos que faz' la Glorïosa,
ca son mucho más dulzes que azúcar sabrosa,
la que dan al enfermo en la cuita raviosa.

Las aves que organan entre essos fructales,
que an las dulzes vozes, dizen cantos leales,
éstos son Agustíno, Gregorio, otros tales,
cuantos que escrivieron los sos fechos reales.

Éstos avién con Ella amor e atenencia,
en laudar los sos fechos metién toda femencia,
todos fablavan d' Ella, cascuno su sentencia,
pero tenién por todo todos una creencia.

El roseñor que canta por fina maestría,,
siquiere la calandria que faz' grand melodía,
mucho cantó mejor el barón Isaía,
e los otros prophetas, onrada compañía.

Cantaron los apóstolos muedo muy natural,
confessores e mártires facién bien otro tal;
las vírgines siguieron la grand Madre caudal,
cantan delante d' Ella canto bien festival..

Por todas las eglesias, esto es cada día,
cantan laudes ant' Ella toda la clereçía;
todos li façen cort a la Virgo María,
éstos son rosseñoles de grand plaçentería.

Tornemos ennas flores que componen el prado,
que lo façen fermoso, apuesto e temprado;
las flores son los nomnes que li da el dictado
a la Virgo María, Madre del buen Crïado.

La benedicta Virgen es estrella clamada,
estrella de los mares, guïona deseada,
es de los marineros en las cuitas guardada,
ca cuando éssa veden es la nave guïada.

Es clamada y eslo de los cielos reïna,
templo de Jhesu Christo, estrella matutina,
señora natural, pïadosa vezina,
de cuerpos e de almas salud e medicina.

Ella es vellocino que fue de Gedeón,
en qui vino la pluvia, una grand vissïón;
Ella es dicha fonda de David el varón
con la cual confondió al gigant tan fellón.

Ella es dicha fuent de qui todos bebemos,
Ella nos dio el cevo de qui todos comemos
Ella es dicha puerto a qui todos corremos,
e puerta por la cual entrada atendemos.

Ella es dicha puerta en sí bien encerrada
pora nós es abierta pora darnos la entrada;
Ella es la palomba de fiel bien esmerada,
en qui non cae ira, siempre está pagada.

Ella con grand derecho es clamada Sïón,
ca es nuestra talaya, nuestra defensïón;
Ella es dicha trono del rëy Salomón,
rëy de grand justicia, sabio por mirazón.

Non es nomne ninguno que bien derecho venga
que en alguna guisa a Ella non avenga;
non ha tal que raíz en Ella no la tenga,
nin Sancho nin Domingo, nin Sancha nin Domenga.

Es dicha vid, es uva, almendra, malgranada,
que de granos de graçia está toda calcada,
oliva, cedro, bálsamo, palma bien ajumada,
piértega en que sovo la serpiente alzada

El fust de Moïsés enna mano portava.
que confondió los sabios que Faraón preciava,
el que abrió los mares e depués los cerrava,
si non a la Gloriosa ál non significava.

Se metiéremos mientes en el otro bastón,
que partió la contienda que fue por Aärón,
ál non significaba, como diz la lectión,
si non a la Gloriosa, esto bien con razón.

Señores e amigos, en vano contendemos,
entramos en grand pozo, fondo no·l' trovaremos,
más serién los sus nomnes que nós d' Ella leemos,
que las flores del campo del más grand que savemos.

De suso lo dixiemos que eran los fructales
en qui façién las aves los cantos generales,
los sus sanctos miraclos grandes e prinçipales,
los cuales organamos en las fiestas cabdales.

Quiero dexar con tanto las aves cantadoras,
las sombras e las aguas, las devant dichas flores;
quiero d' estos fructales tan plenos de dulzores
fer unos pocos veissos, amigos e señores.

Quiero en estos árbores un ratiello sobir,
e de los sos miraclos algunos escrivir;
la Gloriosa me guíe que lo pueda cumplir,
ca yo non me trevría en ello a venir.

Terrélo por miraclo que lo faz' la Gloriosa
si guiarme quisiere a mí en esta cosa;
Madre plena de graçia, reïna poderosa,
Tú me guía en ello, ca eres pïadosa".

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