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SIN NOVEDAD EN TEVERGA, MI GENERAL

A la memoria y recuerdo de Baltasara,
Herminio y Néstor siempre en mi corazón

Lágrimas me cuestan estos renglones, general. ¡Qué misterio éste el del país del llanto! Resbalan por las mejillas, cual lluvia perfumada de brezo y manzanilla: el gozo, el dolor, el recuerdo, la labor bien hecha y el dulce sabor de la melancolía. ¡Qué buenos fueron los aires de León y los vientos de Asturias mezclados en una hermosa simbiosis! Raíces. Profundas y nobles en ambas tierras. Muy humilde la cuna con prole de hermanos. Juegos infantiles, estudios, puntapiés al balón en La Pumariega , cercano al cuartel. Tu dribling bueno –mejor el de Néstor-, tu carrera rápida, pero era más veloz Gelu Callejina; tu pegada dura, pero más fuerte la de Pepín Alonso; sin embargo, el buen juego distribuido y la jugada maestra salían de ti, de Juna y Pepito. Eras bueno en todo y, por si fuera poco, a Pitágoras lo dominabas como nadie, general. El “number one” en tu promoción y en el recorrido de tu destino. El más joven teniente de la Guardia Civil. El óptimo.

De casta te venía el verde y de verde te ves rodeado entre estos valles. Luego por “la secreta escala” (San Juan de la Cruz ) fuiste ascendiendo por méritos propios. Misiones externas a favor de la Paz y de los necesitados y llegó el gran día, general, en que tocaste lo más alto. El primero de estos valles. Franja del color del cielo para ser y estar en el Estado Mayor y más de treinta medallas y condecoraciones sobre tu pechera.

Orgullosos estamos. Sobia se muestra iluminada con tu estrella y desde allí, Néstor nos sonríe. Herminio y Baltasara –gente buena donde las hubo- gozan desde el cielo con su hijo y de él presumen ante la Magdalena y La Milagrosa , Señoras de la capilla de Entrago.

Aquí te esperamos para verte jugar a las cartas. Siempre. Uno de los nuestros. Gente del pueblo. Tu amor por nuestros valles. Algo tienen de magia y sortilegio. La gente que se va nunca nos olvida y regresan más temprano que tarde. Aquí uno más, como a ti te gusta. Una mirada al cielo, otra a Sobia y luego el “subastao” nocturno con los contertulios de siempre: Pepe Carrea, Andrés, Castorín, Luis María, Narciso, Laureano, Luis Sucones y otros. Algunas voces vehementes más que discusiones y vuelta a la calma pintando oros.

Por aquí todo igual, general. Demasiado sosiego. Se cerraron las minas y todo se acabó. No se oye ni el murmullo del viento y a penas una voz infantil. Demasiadas sombras aunque en Valdecerezales se ve, de cuando en cuando, una luz al final del túnel. Las aulas de la Colegiata –donde se fueron abriendo tus luces del entendimiento- se arrodillan y se vienen abajo ante la desidia popular y de los políticos; el Camín Real de Las Paradiellas lo han convertido en una autovía innecesaria; No existe la noche con cientos de bombillas que derrochan luz y dinero mal gastado; la plaza del Doctor Miranda se convirtió en una plaza de toros y la belleza arquitectónica del “hospitalillo” semeja a un buque varado; la residencia para nuestros ancianos es un bello lugar de reposo y meditación; en el colegio no llegan a cuarenta los niños matriculados; hay mucha gente los lunes al sol y los jóvenes hace algunos años que comenzaron una diáspora anunciada.

Por lo demás, general, todo sigue igual. Habrá caras nuevas –que falta nos hace- en la Corporación por mayo y otros políticos en el Parlamento regional, aun más necesarios. Mientras llegan tiempos mejores, aquí estamos viéndolas venir capeando el temporal que siempre se acerca por Santa Cristina o a la espera de un sol naciente y esperanzador que todas las mañanas aparece por Sobia. No nos podemos quejar, general, viendo lo que ocurre por tierras Zipangho donde la tierra y la mar se enojaron con lo seres humanos y la hambruna y miserias que acechan todos los días a los niños haitianos y del África negra. ¡De qué nos quejamos! Es necesario revisar el “estado del bienestar”, repartir lo que tenemos y mirar para atrás donde se van quedando marginados muchos de los nuestros.

Enhorabuena, general, mi general en nombre mío y de las buenas gentes de estos valles que saben de ti y tu de ellos. La semblanza de cronista toca a su fin pero con el milagro de la primavera y la rama verde del olmo seco de Machado.

Tu nombre, general, quedaba para las líneas postreras por aquello de que los últimos siempre serán los primeros. Pero pienso que no es necesario. Es el mismo que llevaba el “Gran capitán”. El que tu portas con orgullo junto a tu divisa de respeto, tolerancia, paz y convivencia. Que la luz brille en tu corazón, como tu mirada ilumina los nuestros.

Sin novedad en Teverga, mi general.
Teverga, (Asturias), Marzo de 2011

Celso Peyroux
Cronista oficial del concejo
Y Miembro del Real Instituto de Estudios Asturianos

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